Forense: De Kennedy a Benazir Bhutto

Forense: De Kennedy a Benazir Bhutto

SERGIO SARITA VALDEZ
La trágica y lamentable muerte de la candidata presidencial paquistaní Benazir Bhutto despertó una inmediata y extensa repulsa mundial acompañada de un reclamo al gobierno para que encamine los esfuerzos a fin de que se aclaren las circunstancias del deceso y se establezcan las responsabilidades de lugar.

Tomando en consideración el hecho de que se trataba de una opositora, con potencialidad de ganar las elecciones, programadas para comienzos de enero de 2008, queda abierta la sospecha de una participación directa o indirecta de gente poderosa ligada al régimen de turno.

Más incriminatorio resulta todavía el comportamiento de las autoridades estatales luego del incidente mortal. La negligencia y los obstáculos interpuestos para evitar que se realizara una autopsia médico-legal tendente a establecer, fuera de toda duda médica razonable, la verdadera causa de muerte, conjuntamente con una recopilación de las lesiones cadavéricas presentes y las evidencias que del cuerpo de la víctima se pudieran extraer, dan pie al argumento de que había un interés marcado en ocultar los hechos reales. Agréguese a ello las irrisorias declaraciones del ministro de interior achacando el fallecimiento a un golpe de la cabeza de la hoy occisa con la capota del vehículo que la transportaba. Gracias a la fuerte presión de la comunidad internacional, se ha logrado arrancarle al gobierno la concesión de que permita a la policía de Londres investigar, aunque tardíamente, las probables circunstancias del violento deceso.

Separando lugar y distancia, vale la pena comparar este episodio de sangre con otro abominable crimen político acaecido en 1963 en la ciudad de Dallas, Estado de Texas, Estados Unidos. Nos referimos a la muerte a tiros del presidente John F. Kennedy, cuyo cuerpo en estado agónico fue trasladado a la emergencia de un hospital en donde falleció minutos después. Resultó algo insólito que la necropsia practicada al cadáver de Kennedy fuera llevada a cabo por un patólogo sin entrenamiento en patología forense. La impericia con que se manejó dicho examen conllevó a dificultades interpretativas que abrieron incógnitas aún no resueltas hasta el presente.

Sigue teniendo vigencia la máxima forense que nos dice: «En patología forense lo que empieza mal difícilmente termina bien». La falta de observancia metodológica, quizás la impericia, o más probablemente la torpeza o dejadez intencional en la conducción de la investigación forense en el caso de Bhutto, son con frecuencia el caldo de cultivo para que en vez de aclararse dudas lo que surja sean más cuestionamientos cuyas respuestas quedan en el limbo.

Querer es poder, pero cuando el poder no quiere, no hay santo que pueda. La ausencia de una genuina voluntad política para transparentar los hechos deja toda una estela de sombras que favorece a las manos criminales que intervinieron en la muerte de Benazir Bhutto.

Una autopsia médico-legal oportuna y completa hubiese arrojado las evidencias que permitieran llegar hasta las manos del o los asesinos de esta ejemplar mujer. Tal y cual sucedió con el caso Kennedy, en el de la Bhutto quedarán numerosas preguntas en el aire, en tanto que gente implicada en el crimen, a falta de pruebas contundentes, disfrutará de la impunidad judicial por los siglos de los siglos. Por eso, en la temática del homicidio se torna en frase lapidaria aquella vieja expresión de que: ¡Mata el que puede!

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