Forense: es pa’lante que vamos

Forense: es pa’lante que vamos

SERGIO SARITA VALDEZ
Hace menos de dos semanas en un artículo publicado en este mismo espacio comentábamos con crudeza la penosa situación en que las pasadas autoridades habían dejado el Instituto Nacional de Patología Forense. Decíamos al respecto: «Si tiene usted valor y penetra al interior de la morgue verá un horroroso cuadro interior, en el que, aparte de las miles de larvas que pululan por el suelo, existe un millonario enjambre de moscas posadas sobre el techo, a manera de aves de carroña que, con sus abundantes ojos, pululan por los alrededores de los putrefactos cadáveres apilados sobre un mugriento piso, debido a que la nevera con capacidad para cuatro muertos está dañada, no hay aire acondicionado, las lámparas están quemadas y ya no se cuenta con una planta eléctrica de emergencia en funcionamiento».

Más que circunscribirnos al muro de las lamentaciones tipo Jeremías, decidimos poner mano a la obra y empezar en lo inmediato a la limpieza, higienización, reparación y acondicionamiento de toda la planta física, así como a la reestructuración del personal y la adquisición de los equipos indispensables para laborar decentemente, en tanto se encaminan los esfuerzos para construir un edificio moderno y amplio, en un sitio adecuado para el tipo de trabajo que debe realizar un Instituto de Medicina Forense.

En medio de la labor de higienización, limpieza y pintura del local, en el preciso instante en que, gracias a los ingentes esfuerzos del Secretario de Salud Pública, en representación del Señor Presidente, Dr. Leonel Fernández Reyna, lográramos que se pusiera en funcionamiento una planta eléctrica nueva, a fin de garantizar la preservación de los cadáveres depositados en la morgue, se viene a producir lo que catalogamos como un vulgar acto de sabotaje a la gestión de rescate.

¿En que ha consistido la maldad saboteadora a que aludimos? Pues sucede que nada más y nada menos en la madrugada del viernes primero de octubre unos desaprensivos penetraron al interior de la parte frontal del Instituto de Patología Forense, sitio donde está ubicada la planta de emergencia. Una vez allí, procedieron a remover todo el cableado eléctrico que conecta la planta con el circuito del edificio, llevándose de paso la batería y la tarjeta del generador, dejando sin energía de a la institución. Este abominable acto criminal tiene como propósito el que no se pueda mantener la cadena de frío en la nevera, acelerándose de paso la descomposición de los cadáveres lo que provoca hedor en el interior y los alrededores del lugar.

No se requiere ser un asiduo lector de las novelas del colega médico Dr. Arthur Conan Doyle, creador del legendario personaje Sherlock Homes, ni haber realizado cursos en el buró federal de investigaciones norteamericano para saber de donde emanan las instrucciones para tan cobarde y reprochable bajeza. Ya muy bien lo señala un viejo adagio cuando sentencia: Por el hilo se llega al ovillo. ¿Quién o quienes estarían interesados en obstaculizar y empañar la presente gestión de gobierno? ¿Quiénes son los que están torpedeando las iniciativas de recuperación del Estado dominicano? ¿Quiénes son los que se resisten a aceptar la libérrima y democrática decisión mayoritaria del pueblo que autorizó al Dr. Leonel Fernández, al Partido de la Liberación Dominicana y a las fuerzas aliadas para que gobernaran nuestra nación durante el presente cuatrienio?

En esos malos perdedores y resentidos antiguos gestores es donde hay que ir a buscar la mano que al estilo gatita María Ramos tira la piedra y esconde la mano.

Si uno de los objetivos de los saboteadores intelectuales, responsables de este acto vandálico, con sustracción nocturna de lo ajeno era desmoralizar a la actual gerencia, pretendiendo disminuir la mística y el compromiso de rescatar los servicios forenses, entonces se equivocaron medio a medio.

Quienes aceptamos el reto y nos comprometimos a trabajar por el país, a través del fortalecimiento del ministerio público, en el ámbito medico-forense, hicimos un solemne juramento y se lo vamos a cumplir al presidente: ¡Es pa»lante que vamos!

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