Forense: espejo hondureño

Forense: espejo hondureño

La agencia de noticias EFE reportó desde Tegucigalpa la noche del martes 14 de febrero de 2012 un trágico incendio acaecido en la granja penal de Comayagua, diseñada para albergar unos 250 reos y ocupada al momento del fuego por unos 956 reclusos.

La cifra de muertes registradas para el viernes 17 de febrero  era de 382. Las autoridades gubernamentales habían solicitado asistencia internacional, razón por la cual expertos forenses salvadoreños, chilenos y norteamericanos, entre otros, viajaban a la hermana república  para ayudar en la identificación de las víctimas e indagar acerca de la causa del siniestro.

Recordemos que Honduras es un país centroamericano con una extensión territorial de 112,492 kilómetros cuadrados que cuenta con una población aproximada de ocho millones de habitantes.

Hace frontera con Guatemala, El Salvador y Nicaragua, teniendo costas tanto en el océano pacífico como en el mar Caribe.

 Es el sexto país más pobre de Latinoamérica, renglón que comparte con Haití, Nicaragua, Guatemala, Guyana y Bolivia. Debido al incremento de la violencia, el crimen organizado, uso de drogas e inseguridad urbana, la policía hondureña practica redadas con frecuencia, llevando a la cárcel a cualquier persona que luzca sospechosa de pertenecer a alguna pandilla.

El resultado neto es que los recintos de detenimiento están saturados de presos sin que sus casos sean conocidos por los tribunales de la república. La cadena de noticias CNN informa que desde el 2003 se han producido tres incendios carcelarios,  el primero con un saldo de 61 fallecidos, el segundo en San Pedro Sula con 107 muertos y el presente que es el mayor con 382 víctimas mortales.

Los dominicanos debemos seguir con atención esta lamentable tragedia, puesto que las condiciones que padecen los reos hondureños se asemejan bastante a las de sus homólogos dominicanos. Tenemos que estar preparados a fin de evitar las graves consecuencias testimoniadas en el caso de Honduras.

La experiencia que vivimos en el incendio de la cárcel de Higüey en 2005 donde perecieron 136 prisioneros fue poco agradable, por no decir horrorosa. Allí estuvimos de madrugada, a escasas horas del suceso y las imágenes de aquellos cuerpos calcinados por el fuego eran desgarradoras.

 Igual que en el caso de Comayagua hubo tardanza en abrir las celdas y evacuar a los detenidos, lo cual aumentó el número de muertes. Nadie puede garantizar que no ocurra otro incendio en cualquiera de los centros penitenciarios nacionales.

Es mucho lo que falta por hacer en término de mejora carcelaria.

Tradicionalmente tenemos como vergüenza la poca atención a los presos y a los muertos.

A pesar de tratarse de una nación muy pobre, aún no hemos leído que el gobierno hondureño haya pensado en depositar en fosa común los cadáveres de los fallecidos en el incendio comayagüense. Lo que sí hemos sabido es que colocaron en bolsas especiales los cuerpos sin vida y que fueron depositados en vehículos con cámaras refrigeradas para su traslado  a la morgue, para luego proceder a realizar las autopsias médico-legales de rigor.

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