Forense: Hablan los baleados

Forense: Hablan los baleados

El final y principio de año suele acompañarse de lamentables hechos trágicos, como si deliberadamente se tratara de marcar ese tiempo festivo con tinta indeleble de sangre.

Muestra de ello se vio en la ciudad de Oakland, California, en donde un policía hirió mortalmente por la espalda y con su arma de reglamento a un negro de 22 años nombrado Oscar Grant. El occiso estaba en el suelo sujetado por dos agentes del orden. A partir del sangriento percance se han registrado varias protestas  con un saldo de más de un centenar de arrestos y unos trescientos negocios averiados.

Otro episodio de violencia homicida de mayor envergadura ocurrió en el parque Mirador Sur del Distrito Nacional en la capital dominicana, la madrugada del martes 30 de diciembre de 2008. Allí cinco individuos cuyas edades fluctuaban entre 18 y 45 años, con una media de 30 años, cayeron mortalmente abatidos a tiros por una patrulla policial. De éstos, el primero de 29 años, mecánico de profesión, recibió el disparo homicida por la espalda, el cual le provocó una fatal hemorragia en el pecho; también se le infirió un balazo en el torax que tocó la punta del corazón.

Otro que encontró la muerte por la espalda lo fue un chofer de 31 años que resultó alcanzado por disparos a distancia en el dorso izquierdo y derecho, uno de cuyos proyectiles salió por delante del torax causando extensos daños  incompatibles con la vida, tanto en pulmón derecho como en el corazón. Además  se registraron impactos de bala en el muslo izquierdo por lado externo y delante.

La tercera víctima correspondió a un adolescente de 18 años, electricista, quien fue encañonado por detrás de la oreja izquierda, recibiendo un tiro de contacto en el área occipital del mismo lado, herida que produjo extensa destrucción de la masa cerebral que le ocasionó la muerte inmediata.  El cuarto occiso resultó ser un conductor de patana de 45 años de  edad, a quien se le disparó en el lado derecho de la frente, cercano a la implantación del cabello, cuya bala perforó el hueso produciendo un extenso daño cerebral, que dio lugar a un deceso inevitable. Aparte de este disparo mortal también se le propinó otro balazo en la pared torácica izquierda que no penetró al interior del torax.

La quinta y última defunción fue la de un adulto joven de 29 años muerto por detrás, a través de un disparo en el área de la nuca, el cual le perforó el hueso occipital izquierdo generando graves daños en los huesos del cráneo y masa encefálica de una naturaleza esencialmente mortal. Tenía además un segundo impacto de bala en la parte antero lateral izquierda del cuello que salió por la escápula derecha.

Así hablaron estos cincos muertos mostrando como testimonios las heridas fatales que les fueron infligidas con armas de fuego un martes 30 de diciembre. Lo demás es cosa de vivos.

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