Forense: naufragio

Forense: naufragio

La prestigiosa revista médica norteamericana The New England Journal of Medicina trae en su edición correspondiente al jueves 9 de febrero 2012 un interesante trabajo de investigación realizado por un grupo de científicos encabezados por Nanthia Suthana. El reporte se titula  “Aumento de la memoria mediante estimulación cerebral profunda del área entorina”.

Se trata de la inserción de electrodos en el hipocampo de pacientes epilépticos. Los resultados preliminares apoyan la hipótesis de que se puede aumentar y mejorar el recuerdo a través del estímulo eléctrico de la porción interna del lóbulo temporal. No pretendemos solicitar a la alta gerencia de la Corporación Dominicana de Empresas Eléctricas Estatales que disponga la inserción de cables en la cabeza del cuerpo social de la república, a fin de mejorar la memoria de los responsables del manejo de cadáveres en situaciones de desastre. De poco ha servido el modelo que establecimos cuando ocurrió el incendio en la cárcel de Higüey, ocurrida el día 7 de marzo de 2005, en donde se trabajó con todo el rigor científico en la identificación, entrega a familiares y enterramiento de las 136 víctimas mortales del siniestro.

Y decimos esto puesto que en la segunda semana de enero 2006 fueron enterrados en fosa común los cuerpos sin vida de 22 haitianos que viajaban desde Dajabón hacia Santiago en un camión. Ahora nos sorprende la noticia de que fueron puestos en fosa común personas fallecidas en el lamentable y bochornoso naufragio que costó la vida a más de medio centenar de dominicanos que en la madrugada del sábado 4 de febrero de 2012 trataban de llegar a Puerto Rico por la costa de la bahía de Samaná. A raíz del terrible fenómeno telúrico que sacudió a la capital haitiana la tarde del martes 12 de enero 2010 y mirando el pobre manejo que se daba a los muertos en la hermana nación comentábamos en un artículo publicado en este diario titulado Haití: terremoto y muertes:

“Indignante y condenable resulta la inhumana decisión de sepultar en una fosa común a miles de seres humanos sin identificación, bajo el científicamente falso alegato de que representaban un peligro para la salud pública. En el año 2004 la Organización Panamericana para la Salud (OPS) redactó un manual práctico para el manejo de cadáveres en situaciones de desastre. En el prefacio del protocolo de manejo de cadáveres nos dice la doctora Mirta Roses Periago, directora de la OPS, lo siguiente: “Nuestra Región ha sido víctima de distintos tipos de desastres que han afectado el desarrollo de las comunidades con secuelas importantes prolongadas en el tiempo, intensificando la pobreza e incrementado las dificultades para progresar sobre todo en las poblaciones de escasos recursos económicos.

El sufrimiento humano no acaba con la muerte y menos aún si ésta ocurre súbitamente producto de un desastre. El fallecimiento de una persona querida deja una huella imborrable en los sobrevivientes, y lamentablemente, por falta de conocimiento, a esa pérdida irreparable se agregan daños adicionales para las familias de los fallecidos debido al manejo inadecuado de los cuerpos sin vida. Lamentablemente seguimos siendo testigos del empleo de fosas comunes y de cremaciones masivas para una rápida disposición de los cuerpos.

Lo más grave es que estas acciones se realizan sin respetar los procesos de identificación ni preservación de la individualidad de los cuerpos.” ¿Tendrá que venir el equipo de neurocirujanos estadounidense a insertarnos electrodos en el cerebro para que recordemos el manual de manejo de cadáveres de la OPS, disponible de manera gratuita para todo quien desee leerlo e implementarlo?

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