Forense: quien mucho abarca…

Forense: quien mucho abarca…

Sergio Sarita Valdez
Pierre-Simon Laplace nacido en Francia el 23 de marzo de 1749 fue un matemático y astrónomo con grandes inquietudes filosóficas conocido en el mundo de la medicina por sus aportes a la fisiología y la patología en la comprensión de la respiración pulmonar y la formación y rotura de los aneurismas. La famosa ley de Laplace asegura que a medida que inflamos una vejiga con aire o líquido notamos un aumento de la tensión en la pared del globo, capaz de hacerlo estallar. De ahí que resulte más difícil retener en un abrazo a una persona muy obesa en tanto que resulta mas seguro mantener a un sujeto delgado abrazado sin que consiga zafarse del denominado abrazo del oso.

El campesino dominicano de principio del siglo XX, sin haber estudiado las leyes del cálculo ni la física newtoniana sabía empíricamente que en el orden social el que intentaba abarcarlo todo terminaba con muy poco en sus manos. Por ello no era raro oírle sabiamente musitar: la ambición mató al ratón. Esta necesaria introducción la hacemos a propósito de la recia terquedad que se aprecia en quienes insisten contra viento y marea en homogenizar toda una serie de campos diferentes del quehacer científico, algunos de los cuales todavía ni existen en el país.

Me refiero específicamente al proyecto de conformar en la República Dominicana lo que se ha dado en llamar Instituto Nacional de Ciencias Forenses. Comencemos por decir que en el mundo iberoamericano, con la única excepción de Costa Rica, no existe ninguna nación cuyos servicios de Medicina Legal o Forense funcionen a través de una supra estructura como la que se plantea ahora en nuestro país. Siendo más específico diremos que ni en México, Venezuela, Colombia, Perú, Brasil, Argentina, Uruguay, Honduras, Salvador, ni tampoco en toda España cuentan con semejante esquema organizativo de funcionamiento.

En Puerto Rico donde se impuso por ley dicho formato de trabajo forense se tiene la siguiente estructura organizacional en términos de oficinas: Detección de Substancias controladas, Dirección, Investigaciones de Campo y Seguridad, Junta Directora, Laboratorio Central de Criminalística, Laboratorio de Toxicología, Laboratorios Regionales, Patología Forense, Servicios Administrativos. En el año 2000 dicha institución consumió US$ 8, 811,000 millones de dólares (ocho millones, ochocientos once mil), es decir, un equivalente cercano a los trescientos millones de pesos dominicanos para atender a una población menor a un tercio de la nuestra. Aquello empezó en 1985 como algo que a mediano y largo plazo sería auto sostenible convirtiéndose en una estructura burocrática cuyos éxitos están todavía por verse.

En múltiples ocasiones hemos repetido que la práctica de la medicina forense en Puerto Rico data de cerca de un centenar de años, en cambio la nuestra todavía anda en pañales y gateando. Sin embargo, pretendemos que el infante corra y vuele al estilo superman. No por mucho madrugar amanece más temprano. Tampoco se puede intentar cruzar el puente antes de llegar al río. Recordemos que a menudo la desesperación es la madre de los fracasos. Desarrollemos y fortalezcamos la infraestructura medicolegal dominicana. Hagamos nuestro propio modelo mirando lo que otros muy parecidos a nosotros en el orden socioeconómico han llevado a cabo. No nos dejemos deslumbrar por los cantos de sirena. Apenas nos restan menos de tres años de gestión de gobierno. Ampliemos lo que tenemos y vayamos agregando e innovando según las posibilidades financieras nos lo permitan.

Hagamos un edificio moderno y adecuado para la práctica medico-forense en donde se puedan llevar a cabo las autopsias que a diario se requieren. Oigan los que tienen que oírnos, no se hagan los sordos, después nos pesará a todos y ello puede tener un costo político muy caro.

Luego no digan que no se lo advertimos. Mañana puede que resulte ser muy tarde. Lo poco que hemos avanzado puede que lo perdamos y el pueblo nos lo va cobrar con altos intereses. Es el último campanazo que damos antes de que empiece la misa de réquiem. ¡La misericordia de Dios se apiade de todos nosotros! 

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