Formación inicial y permanente del profesorado

Formación inicial y permanente del profesorado

La reforma del Sistema Dominicano de Instrucción Pública que el gobierno del presidente Danilo Medina se propone impulsar ha colocado como primer desafío a superar la formación y capacitación de maestros. Cualquier reforma que aspire a verse coronada por el éxito requiere de una transformación de las pautas por las que se rige el desenvolvimiento del profesorado en el aula.

Las autoridades del Ministerio de Educación deberán mantener altos niveles de motivación y competencia profesional en los docentes mediante una adecuada remuneración y reconocimiento social, así como a través de ofertas de programas de formación que aseguren su debida cualificación. También, habrán de encaminar sus esfuerzos en modificar las instituciones de capacitación docente y en formular políticas integradas para la formación inicial y continua de los profesores en servicio, tratando siempre de hacerla más acorde con las demandas de los tiempos actuales.

La reforma educativa, que tantas expectativas ha despertado entre quienes la dirigen, precisa de un determinado perfil de profesor que difiere significativamente del común de los maestros que actualmente sirven en el sistema, De acuerdo con lo expresado por Álvaro Marchesi, en el preámbulo de la obra “Aprendizaje y Desarrollo Profesional Docente”, publicada en el año 2009 por la Fundación Santillana, “los docentes trabajan en un contexto social y cultural determinado, y en unas condiciones educativas y laborales específicas. Las políticas públicas a favor del profesorado necesitan tener en cuenta estos contextos y condiciones para remover los posibles obstáculos que limitan el éxito de terminadas iniciativas orientadas de forma específica al desarrollo profesional de los docentes”.

El perfil del docente deseable es el de un profesional de la educación capaz de analizar el contexto en que se desarrollan sus actividades, de dar repuesta a los requerimientos de una sociedad cambiante, y de combinar la comprensividad de una enseñanza para todos con las diferencias individuales de modo que se superen las desigualdades latentes entre los sujetos de aprendizaje. Tenemos a bien preguntarnos: ¿Cuántos de los más de sesenta mil maestros que laboran en las escuelas públicas y en los colegios privados presentan ese perfil? No lo sabemos con exactitud; pero, presentimos que no son muchos.

Puesto que la actividad docente queda confiada a titulados de instituciones de educación superior, éstas asumen una función exclusiva en el suministro de maestros capacitados y adquieren una gran responsabilidad en la formación permanente de éstos. La Facultad de Educación de la Universidad Autónoma de Santo Domingo en particular deberá tomar en cuenta las nuevas necesidades de un sistema de instrucción pública reformado para adecuar a ellas los estudios universitarios de los futuros docentes.

Durante las jornadas de discusión y concreción del Pacto Nacional por la Reforma Educativa se habló bastante de la dignificación y desarrollo de la carrera docente. A todos los participantes en dichos cónclaves nos asombró el hecho de que más de 11 mil profesores de escuelas públicas recibían apenas 500 pesos mensuales, debido a que una buena parte de su salario correspondiente le era descontada para pagar deudas contraídas por éstos con diferentes organismos crediticios. Un maestro que experimente un malestar como ése no puede desarrollar su labor de enseñanza a la altura de las circunstancias. Las autoridades del Ministerio de Educación están en el deber de solucionar ese problema que afecta tanto el buen desenvolvimiento de miles de docentes que laboran en las escuelas públicas.

Aprovechamos este espacio para pedirle al señor presidente Danilo Medina que dos de las escuelas a ser inauguradas próximamente lleven los nombres de los insignes maestros Zoraida Heredia Vda. Suncar y Jacobo Moquete, este último fallecido la madrugada del 14 de septiembre recién pasado.

 

 

 

Publicaciones Relacionadas

Más leídas