Formaciones de fortines coloniales en la ribera oriental del río Ozama

Formaciones de fortines coloniales en la ribera oriental del río Ozama

En la época colonial los problemas de la defensa de la ciudad en la parte oriental se resolvieron construyendo fortines de diferentes formas y sitios.

Si llegamos a la salida del antiguo portón  de San Diego, encontramos que al cruzar la Avenida del Puerto se aprecia el fortín con el mismo nombre, construido en el siglo VXII. El  primero que se hizo de dos niveles a la orilla del río Ozama.

Éste presenta una curiosa estructura frontal debido a que es curva,  pero la parte atrás tiene forma rectangular y en ella es donde en cada lateral tiene un contrafuerte.

En el  primer nivel  está la habitación  que servía para alojar las tropas y el almacén de municiones. Allí hay  una entrada con escalinata para subir al segundo piso en el cual se observa el terraplén o plataforma de tiro.

Esta tiene un grueso muro con un metro de ancho y cinco aspilleras con cañones y una garita redonda casi al medio en donde se guarecía el centinela.

Asimismo,  un poco antes, en el costado sur, pasando por el trayecto de una pasarela actualmente construida de madera con baranda de metal que se hizo sobre el nivel del piso original, se puede observar el  único fuertecillo a ras de suelo: la antigua batería baja o fuerte de la Coca,   construido en el  mismo siglo, que servía de complemento a las defensas a orillas del río Ozama.

Está  formado por un  grueso muro de un metro de ancho con cuatro aspilleras frontales con cañones, el cual encierra un espacio acutangular y por detrás lo cierra un muro. Ya en la esquina suroeste  se aprecia una garita redonda con una puerta de hierro, que también servía para que los centinelas  se guarecieran y para que los soldados sacaran sus armas para dispararle  al enemigo.

Igualmente está el pequeño bastión El Invencible, antes llamado San Alberto, construido en el mismo siglo, pero  sobre una elevación del terreno costero que existía en ese lateral del río, en cuya parte atrás  hoy se encuentra la edificación del  Hostal Nicolás de Ovando.

Frontalmente presenta  un muro de gruesas piedras talladas de cinco  aspilleras con cinco cañones y  ya al final de la muralla colonial, en la esquina que forman las calles La Marina y Juan Parra Alba, está el fortín de Angulo, construido en el siglo XVI.

Está unido al elevado terreno costero, también de dos niveles. En el primer nivel se aprecia  la amplia puerta de entrada cuyo  borde superior curvo y rejas, e interiormente está la habitación  que alojaban los soldados, con escalera para subir al segundo nivel donde está la plataforma de tiro y tres aspilleras hoy con solo un cañón.

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