Formidable aceptación de los medios colectivos de viajar por Sto. Domingo

Formidable aceptación de los medios colectivos de viajar por Sto. Domingo

El más contundente referéndum a favor de las obras de ingeniería necesarias para desacelerar el crecimiento exponencial de las congestiones de tránsito ocurre en horas pico que ponen estaciones del Metro a recibir marejadas humanas que desbordan los espacios y la funcionalidad de los trenes. Una de las alternativas (la otra que se le equipara es la de líneas de autobuses) para escapar de las saturaciones inmovilizantes de vehículos de todo género y poco cupo que cotidianamente invaden calles y avenidas restando tiempo a las agendas de masas ciudadanas estresadas e intensificando el gasto en combustibles. La era de las rutas subterráneas, elevadas, fluidas y para muchos pasajeros a la vez comenzó en el Gran Santo Domingo en el 2009 restando anualmente millones de usuarios a las formas tradicionales de viajar agresivas al ambiente, desordenadas e inseguras en el país de más altos índices de accidentes de tránsito.

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La adhesión a los carruajes de desplazamientos por el subsuelo y por encima del confuso revoltijo que suele cubrir los pavimentos, coloca contra la pared al Estado y a las municipalidades. El pueblo reclama un mayor uso de sus impuestos en dotarlo de los recursos de locomoción que le permitirían sobrevivir a los aprisionantes y sobrecargados ámbitos por los que hay que discurrir forzosamente como peatón o como automovilista obstruido. Poseer vehículo propio no debe ser imprescindible para desenvolverse y habitar las ciudades dominicanas.

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