Fórmula ecléctica

Fórmula ecléctica

JOSÉ LOIS MALKUN
Estados Unidos tiene más de un siglo con el bipartidismo. En ese período han dirigido ese país muchos gobiernos malos y muchos gobiernos buenos. Lo que nunca se le ha ocurrido a la sociedad norteamericana es que después de los gobiernos malos o de varios intentos fallidos por mejorarlos, la solución a sus problemas sea crear una tercera fuerza política. ¿Y saben porqué? Porque la fiebre no está en la sábana. Estados Unidos, como ha pasado en casi todo el mundo, tuvo su sangrienta revolución interna, ha incursionado en varias guerras externas y sufrió una gran depresión económica que condenó a la pobreza a dos tercios de la población.

Esto sin dejar de mencionar los asesinatos de presidentes (equivalente a los golpes de Estado en nuestros países), la corrupción en las altas esferas del Gobierno, la inseguridad ciudadana en muchas ciudades importantes, la discriminación racial, la persecución política, como sucedió después de la Segunda Guerra Mundial, y por supuesto sus fraudes electorales, o como decimos aquí, trastrueque de los listados de votantes.

O sea, hechos que son una fotocopia de lo que hemos visto o seguimos viendo en nuestro país. Usted pensará en Trujillo, que gobernó 31 años, cosa que no se dio en el gran país del norte. Pero eso pasó hace casi 50 años, período en que muchos países pobres se convirtieron en una potencia económica.

¿Pero porqué se produce ese gran divorcio entre la realidad norteamericana y la nuestra? Muchos dirán que es por la educación y la salud. Yo pienso que no. Otros supondrán que es por los recursos naturales disponibles, el desarrollo empresarial y tecnológico o la capacidad competitiva. Pienso que tampoco. Quizás sea el poderío militar, la raza, la religión, la inmigración o qué diablos. Nada de eso.

La explicación está en que nunca ha existido en la Constitución de los Estados Unidos un artículo 55, que le permita a un Presidente de la República hacer lo que le da la gana. El bipartidismo entendió hace más de un siglo que la única forma de gobernar a un país eficientemente era descentralizando el poder político. Por eso le dio a los Estados (o provincias como le llamamos nosotros) una cuota importante de poder para gobernar cuando muchos de los Estados del sur eran tan pobres como lo son hoy nuestras provincias de la frontera.  Pero para complementar con éxito esa descentralización, el sistema creó las bases necesarias para darle a esos Estados la capacidad de elegir a sus gobernantes y recaudar los recursos necesarios para su administración independiente. Para equilibrar la balanza de poder le abrió un gran espacio a la sociedad civil, que tiene hoy tanto o más influencia que la autoridad oficial. Y en todo este esquema, el bipartidismo jamás entró en contradicción. Como tampoco en darle continuidad al ejercicio del poder, creando la carrera de servicio civil y fijando topes en el tamaño del Estado.

De ahí en adelante, fue mucho más fácil alcanzar las demás conquistas económicas, sociales, institucionales, políticas y tecnológicas que han hecho de ese país lo que es hoy.

La moraleja de esta historia es que vamos de nuevo por el camino del bipartidismo y que no necesitamos de una tercera, cuarta o quinta fuerza política para resolver nuestros problemas. Porque mientras exista el artículo 55 de la Constitución, nada cambiará. Ya lo vemos con el PLD, que fue en su momento una tercera fuerza y que frustró muchas expectativas. Y lo vemos en Venezuela con Chávez.

La pregunta es ¿por qué no aprendemos esas lecciones? ¿Por qué los dos grandes partidos no comienzan a discutir una Constitución donde se elimine ese artículo 55, donde se autonomicen los gobierno locales y se organicen sus instituciones y donde se le dé la fuerza necesaria a la sociedad civil para participar en la grandes decisiones que la Nación exige? ¿Y por qué no se ponen de acuerdo para prohibir la reelección, que en nuestro caso ha sido una experiencia amarga y traumatizante? Total, ambos partidos se alternarán el poder en las próximas décadas.

Si comenzamos por ahí, ustedes verán cómo se van derrumbando muchos obstáculos y sofismas que hoy nos denigran como Nación.

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