Fórmula para espabilar gobiernos

Fórmula para espabilar gobiernos

FABIO R. HERRERA-MINIÑO
Los dominicanos ya tenemos como axioma de fe que la única forma de resolver los problemas es por las presiones cívicas y sociales de los grupos organizados que obligan a los funcionarios de los gobiernos a espabilarse y actuar en consecuencia a la demanda reclamada por una ciudadanía indefensa que es esquilmada y exprimida constantemente con el pago de diversos impuestos, pero padeciendo de irracionales deficiencias y mal funcionamiento de los servicios públicos.

En estos días hemos visto de como se cumple ese axioma por estar el gobierno en un período intenso de campaña electoral y se ha plegado a las diversas exigencias de grupos que se sienten maltratados y descartados del bienestar común que propagan las autoridades con el orgulloso crecimiento del 9, 2% del pasado año.

Dejando aparte las protestas de Licey, que son un caso que merece un análisis en una investigación más profunda, que al decir de la Policía se trata de una guerrilla urbana, hemos visto cómo a los médicos por fin se le reconocen ciertas prebendas, a los gasolineros se les oye y se acuerdan con ellos ciertas ventajas; se aplacan demandas de las comunidades con el reclamo de obras con el anuncio de su inicio, que muchas veces ni siquiera se da el primer picazo.

La culpa de que los gobiernos fracasen en sus buenas intenciones de contribuir al bienestar colectivo proporcionando soluciones a los problemas más perentorios, la tienen las personas que se nombran al frente de las instituciones más importantes en vista de que el objetivo, de más de un 90% de los funcionarios que van a esos cargos, tienen una idea fija de hacerse rico a la mayor brevedad, por lo tanto no pueden distraerse en atender demandas pequeñas, aún cuando se les caiga el mundo con las protestas con las consiguientes muertes que producen los enfrentamientos cívicos-policiales. Además esos personajes de alto nivel en el escalafón gubernamental deben resarcirse de las inversiones que hicieron en la campaña del candidato triunfador que con cargos recompensa la lealtad económica.

Si se analizan los motivos de las protestas que con tanta frecuencia sacuden a las comunidades, nos damos cuenta que la causa, que si bien pudiera considerarse como una excusa de grupos radicales para incordiar al gobierno de turno, se trata de problemas que se van agigantando por desidia oficial. Así es el caso de las escuelas sin mantenimiento con sistemas sanitarios destruidos y llenas de filtraciones, con hospitales donde se roban los medicamentos y utensilios médicos y camas destruidas. Por igual las carreteras y caminos vecinales, que por simples baches, se convierten en el inicio de la muerte de las mismas, ya que las autoridades son tímidas en proporcionar el tipo de mantenimiento simple y prefieren las inversiones en megas obras, donde la grasa es abundante y gratificante. Ya es una constante, que para solucionar los problemas nacionales, se debe protestar y presionar a los gobiernos de turno, desde las huelgas populares de las comunidades que queman gomas e impiden el libre tránsito, hasta las más sofisticadas de los empresarios, como es común las de los hoteleros, que viven reclamando una infraestructura turística con mejores vías de comunicación, abastecimiento de agua y tratamiento de aguas negras y si es por aeropuertos estamos en un punto de superabundancia de opciones.

La sicología de un dominicano o dominicana, que se ve premiado por el Poder Ejecutivo con una alta posición en la burocracia, es sufrir una metamorfosis que se produce cuando, al llegar al cargo con buenas intenciones e ilusiones de servicio, choca con la realidad de los intereses creados, de las mafias establecidas y además saben de antemano que tienen que buscar los medios para resarcirse de la inversión en la campaña electoral. El cambio se produce cuando pasan de recuperación de las obras públicas con un buen programa de mantenimiento a la de anunciar grandes mega obras que muchas veces se convierten en realidad si son del agrado del jefe del Estado que siempre tienen sus preferencias; a unos les gustan las grandes presas y canales, otros son débiles por los elevados y metros, otros las urbanizaciones, etc. De esos programas presidenciales se aprovechan los subalternos para ejecutarlas y hacerlas más costosas con abultamiento de partidas, donde surgen sorpresivas fortunas de parte de los funcionarios y de los contratistas ,que así recuperan con creces lo invertido en la campaña política de quien será el presidente de turno.

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