Fórmulas de El  Jefe y Leonel

Fórmulas de El  Jefe y Leonel

UBI RIVAS
En 163 años de independencia que distan desde 1844 hasta hoy, en nuestro país digno siempre de mejor suerte política de la que ha dispuesto, sólo han habido cuatro grandes jefes en las personas de los generales Pedro Santana y Ulises Heureaux, el generalísimo Rafael Leonidas Trujillo y el doctor Joaquín Balaguer.

Todos los demás gobernantes han sido jefezuelos, déspotas ilustrados como el general Buenaventura Báez, gobernantes sin carácter ni visión de cohesionar un proyecto de nación, rehenes todos de las clases económicas dominantes y tres curas de sombrío recuerdo en las figuras de monseñor Fernando Arturo de Meriño, el hombre del Decreto de San Fernando, Carlos Felipe Morales Languasco y monseñor Adolfo Alejandro Nouel Bobadilla, que entregó al generalísimo Trujillo el sable del general Santana.

El presidente Leonel Fernández, quien se encuentra desde el día 15 del presente mes de septiembre en Estados Unidos, haciendo lo imposible por que nuestro país amplíe sus fronteras económicas intentando interceder ante el imperio flexibilidad para el sector textil de zonas francas y no gravar nuestro tabaco, la oposición no ha pronunciado una sola palabra por lo menos reconociendo los esfuerzos del Presidente para beneficio de todos.

El leit motiv de la oposición es que el Presidente fracase para, presumen, aumentar el caudal preferencista de las grandes mayorías enfiladas al certamen cívico de mayo 16 de 2008, aunque nos perjudiquemos todos.

En la ausencia del Presidente la delincuencia ha subido sospechosamente en asaltos a camiones con combustibles y alimentos, y en Santiago un grupo de «patriotas», así se llaman los opositores, inclusive realizó una marcha el día 19 exigiendo hasta tierras para «los campesinos pobres», sin que todos necesariamente sean pobres ni tampoco agricultores.

Para este jueves 27, los transportistas de combustibles han anunciado un paro exigiendo que sus salarios sean aumentados de $18 y $30 mil a $30 y $35 mil mensuales.

Mientras el llamado Foro Social Alternativo (FSA) ha precisado otro paro nacional para el día dos de octubre, en demanda de un dossier de realizaciones que anclados en la oposición como están lo más lógico es aguardar las elecciones para que su candidato si triunfa colme sus aspiraciones, que nadie osa calificar de injustas, aunque sí extemporáneas y sospechosas en grado sumo.

También el CODIA, ANPA, CODOBIO y añádale algunos escabeches más de siglas para que el condimento produzca sus efectos, exigen al gobierno alzas salariales mínimo de $12 mil a empresas grandes, $10 mil medianas y $8 mil pequeñas, que sería el salario mínimo.

Todo eso está perfecto, porque nadie justifica los salarios actuales para enfrentar el costo de sobrevivir, y el asunto estriba en porque ahora, no antes, o luego de las elecciones en que todo se percibe como una estrategia de la oposición para acorralar al gobierno y restarle preferencia ante el electorado.

El generalísimo Trujillo no almorzaba nunca en su residencia, con su esposa y tres hijos, sino que lo hacía en la Casa de Gobierno, y cada día invitaba a los funcionarios y amigos suyos que eran expertos en el problema que surgía todos los días, escuchando sus pareceres, un taquígrafo tomando notas (en esos tiempos no había grabadora de mano) y luego El Jefe tomaba las decisiones al consultar en intimidad los pareceres.

Es decir, que con todo el poder discrecional que respaldaba su tiranía absoluta, de hierro y fuego, El Jefe escuchaba pareceres, delegaba funciones, disponía de amigos que no le fallaron nunca, como Manuel de Moya Alonzo, Virgilio Álvarez Pina, Paíno Pichardo, Miguel Angel Jiménez (Cuchico), Joaquín Balaguer, José Benjamín Uribe Macías, Hipólito Herrera Billini, Manuel Amiama, José Fortunato Canaán Domínguez, Fausto Caamaño, Ludovino G. Fernández, Federico Fiallo, Antonio Leyba Pou, y paro de contar.

«En la suma de pareceres, hay logros», cita la Sagrada Biblia.

Es lo que los gobernados esperamos del Presidente, charlista formidable, expositor como pocos, comunicador sui generis y pertinaz negador de insultos.

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