Foro por la educación

Foro por la educación

POR JESÚS DE LA ROSA
En un acto celebrado la mañana del 31 de enero recién pasado, en el Club Mauricio Báez del sector de Villa Juana de la ciudad de Santo Domingo, quedó inaugurado el Foro por la Excelencia de la Educación, escenario para discutir en los meses por venir las propuestas de reformas al sistema dominicano de instrucción pública y de donde habría de surgir una política de educación consensuada.

Estuvieron presentes en la ceremonia el señor presidente constitucional de la República, doctor Leonel Fernández Reyna, autoridades educativas y universitarias, dirigentes empresariales y sindicales y cientos de estudiantes de los distintos niveles.

El presidente Fernández nos invitó a participar en jornadas de reflexión sobre los cambios socioeconómicos que tienen lugar en el planeta con el advenimiento de la sociedad de la información. La participación en esos eventos nos permitirá vislumbrar las nuevas necesidades que habrán de generarse, y las competencias que habrán de requerirse. Debemos de atender al llamado del mandatario con la firme posición de procurar una educación que tenga como objetivos la igualdad, la solidaridad y la paz entre los hombres y las naciones.

El presidente Fernández expresó el deseo de su gobierno de no imponerle a nadie lo que se deba hacer; si no de estructurar con el concurso de todos una política educativa que nos permita enfrentar con éxito los retos que tenemos por delante.

En el gobierno pasado se formuló un llamado Plan Estratégico de Desarrollo de la Educación Dominicana 2003- 2012 en el que laboramos alrededor de 20 técnicos nacionales y extranjeros. Se trataba de un proyecto a ponerse en práctica a título de continuación en el tiempo del Plan Decenal de Educación 1993-2003. En esa ocasión, no nos cansamos de advertirles a las autoridades de entonces y a un sabio brasileño consultor de la UNESCO ¨de cuyo nombre no quiero acordarme¨ que un plan formulado sin la intervención de quienes habrían de ponerlo en práctica estaba de antemano condenado al fracaso. Era que los llamados a implementar los planes de reformas consignados en ese proyecto ni conocían ni disponían de las competencias necesarias para el manejo de un currículo que para ellos resultaba ser extremadamente complicado.

Por ello señalábamos que al final del gobierno del presidente Mejía, ese proyecto iría a engrosar los archivos muertos de la secretaría de Educación, Y, así fue.

La crisis de la educación se ha señalado como el principal problema que afecta a la nación dominicana. Consecuentemente el desarrollo económico y social y la celeridad con que se produzcan dependen también de la capacidad con que se cuente para producir los recursos humanos necesarios para efectuar las tareas inherentes al mejoramiento de las condiciones materiales y espirituales de los dominicanos.

La educación pública de la República Dominicana confronta graves dificultades. Algunos de sus índices de calidad revelan la gravedad de la crisis: baja tasa de cobertura acompañada de un alta tasa de deserción; bajo porcentaje de estudiantes promovidos y sobrecogedores índices de sobre edad.

El número de estudiantes matriculados este año alcanzó la cifra de 2 millones, 500 mil (2 millones 76 mil en escuelas públicas y 424 mil en colegios privados); 200 mil estudiantes menos que el año pasado. Pero, ese decrecimiento de la población estudiantil sólo afectó a la población de niños y jóvenes que cursan estudios en escuelas públicas ya que este año la matrícula de los estudiantes de colegios privados registró un aumento de alrededor de 30 mil estudiantes.

Más de 500 mil niños y jóvenes han tenido que permanecer fuera de las aulas por falta de cupo o por los problemas económicos que los afectan tanto a ellos como a sus padres. Lo que es peor, en las comunidades más empobrecidas del país, los padres de familias han ido perdiendo la costumbre de enviar a sus hijos a las escuelas.

La educación inicial (jardín de la infancia) aquí es un producto demasiado caro por lo que la cobertura en ese nivel de educación apenas cubre un 20% de la demanda potencial. A pesar de que la matrícula bruta en el nivel básico sobrepasa el 100%, la verdad es que menos del 80% de los niños dominicanos de edades comprendidas entre los 5 y 13 años están escolarizados; y apenas un 50% de los escolarizados logra completar sus estudios básicos. También en el nivel medio la cobertura es bajísima. Es que aquí los liceos secundarios y los institutos politécnicos son fenómenos típicamente urbanos. Y qué decir de la educación superior. Aquí tenemos menos de la tercera parte de los estudiantes universitarios que deberíamos tener. Apenas un 12% de los dominicanos de edades comprendidas entre los 18 y 30 años cursan estudios en una de nuestras 44 instituciones de educación superior.

Más de un 20% ( no se conoce el porcentaje exacto) de los dominicanos mayores de 15 años no sabe ni leer ni escribir. La escolaridad promedia de los dominicanos, tal y como lo explicara el señor presidente de la República en una parte del discurso que improvisó en el Club Mauricio Báez, es de apenas 4.8 cursos de nivel básico. Esa realidad se manifiesta en una baja capacidad tecnológica de la mano de obra dominicana.

A pesar de la crisis, aquí existen escuelas, institutos politécnicos y universidades de igual calidad que las existentes en otros países de iguales o de superiores niveles de desarrollo que el nuestro. Obras de infraestructura construidas por ingenieros dominicanos y ciertas clases de servicios altamente especializados que aquí se ofrecen en el área de la salud y de la agricultura dan cuenta de la existencia en el país de profesionales que poco o nada tienen que envidiarles a sus pares extranjeros.

Entonces, ¿qué sucede? Que las oportunidades educativas aquí se reparten de manera muy desigual. Mientras este redactor puede observar el comportamiento en el aula de sus nietos a través de un computador portátil, el hijo de un humilde agricultor, si tiene la suerte de poder asistir a una escuela, a lo mejor recibe docencia debajo de una mata de mango o sentado en una lata de aceite o en un bloque de ocho.

Refiriéndose al espinoso tema de las desigualdades de oportunidades educativas, en uno de sus primeros discursos, el presidente Leonel Fernández señaló que una de las metas que se propone en materia de educación en el transcurso de éstos cuatro años es que ¨la educación pública pueda tener los mismos niveles de calidad de las mejores escuelas privadas del país ¨. Aunque 4 años parecería poco tiempo para cristalizar ese ideal, lo que importa es que al término del actual mandato constitucional, el sistema de instrucción pública de la República Dominicana funcione mejor, beneficie a muchas más gentes y se obtengan mejores resultados.

Las discusiones del Foro pueden extenderse por meses; hay problemas que afectan a la escuela dominicana cuyas soluciones no deben ser postergadas por más tiempo: maestros y estudiantes viviendo en condiciones de extrema pobreza; aulas destartaladas o mal equipadas; falta de equipos y de materiales didácticos; alto índice de analfabetismo entre la población de adultos; por sólo citar unos cuantos. Por lo que, paralelo al proceso de discusión en busca de una política educativa consensuada, las autoridades de la secretaría de Educación deberán elaborar un plan de emergencia para enfrentar esos y otros problemas que impiden o dificultan las labores de enseñanza aprendizaje.

El ánimo se me fue al suelo en el momento en que el señor Presidente de la República comenzó a ofrecer datos cercanos a lo exacto relativos a cobertura; índice de repitencia; sobre edad; y escolaridad promedia de la nación dominicana. Problemas que estaban en vías de solución a finales de la década de los años 90 todavía figuran en nuestra agenda. Es ese el precio que ahora debemos de pagar por la improvisación de funcionarios y por la dirigencia a ciega de un sistema tan complicado como el de instrucción pública.

Al final de la dictadura trujillista la escolaridad promedio de la nación dominicana era de 2.5 cursos de enseñanza básica; hoy, es de 4.8 cursos de ese mismo nivel.

¡Los dominicanos sólo hemos adelantado 2 cursos en los últimos 44 años!

Ahora, tendremos dos grupos de excluidos: uno, el que integran los que no pueden accesar a las escuelas, a los institutos politécnicos y a las universidades por falta de recursos; y otro, el formado por los que aún accesando no puedan adquirir en los centros donde estudian las competencias requeridas para crear y tratar informaciones y conocimientos.

No debemos confundir las modificaciones introducidas en el proceso de producción con las que tienen lugar en el modo de producción. La sociedad dominicana no es post capitalista sino capitalista, pese a que en algunas de las empresas de capital privado, especialmente las localizadas en zonas francas, se emplee la más variada tecnología de punta y lleven a cabo sofisticados procesos de automatización.

Y es que la escuela de la sociedad post capitalista, al mismo tiempo que dota de nuevas oportunidades a los menos, agudiza la exclusión de los más.

La educación debe basarse en la utilización de las habilidades comunicativas y del dominio del lenguaje a modo que permita una participación más activa y más crítica de los estudiantes. Más que de escuela, hoy se habla de comunidades de aprendizaje.

 Al final del acto de apertura del Foro les formulé a mis colegas Daisy García y Jacqueline Malagón que se encontraban sentadas a mi lado, la pregunta: ¿ qué hemos hecho nosotros en los últimos 30 años?

Salí del Club Mauricio Báez convencido de que el no disponer de recursos suficientes no explica todos los males que afectan a la escuela dominicana.

Es cierto que el sistema de educación pública de la República Dominicana es y ha sido en los últimos años el peor financiado de la América española. Pero, ese hecho no es precisamente el causante de todos los males. En algo nosotros debimos de fallar.

El aspecto más comentado del discurso del presidente Leonel Fernández fue su propuesta de una reforma constitucional que establezca que, al igual como sucede con la educación básica, la educación media sea también gratuita y obligatoria.

El presidente Leonel Fernández también se refirió a los problemas que afectan a nuestras universidades y a las demás instituciones de educación superior. El mandatario destacó entre ellos el que confrontan los centros universitarios regionales asociándolos a la imposibilidad de cursar una carrera profesional que tienen miles de jóvenes residentes en poblados alejados de las principales ciudades del país.

El mandatario no se mostró del todo satisfecho con las labores de investigación que se llevan a cabo en nuestras universidades. Estimó como escasa y fuera de contexto muchas de esas actividades de producción de conocimientos.

En el caso específico de la UASD, aún en medio de grandes limitaciones, económicas, en esa Alta Casa de estudios se están desarrollando importantes proyectos de investigación sobre biodiversidad; agricultura, economía, fuentes de energía alternativas y sobre otras áreas que de seguro contribuirán a elevar nuestros niveles de producción. En la universidad estatal se están llevando a cabo proyecto de investigación sobre la implementación y uso de dispositivos para extracción de peces; sobre las ballenas jorobadas en Samaná; sobre la evaluación y caracterización de clones nativos del cacao; sobre el impacto del primer conflicto del siglo 21 sobre la economía dominicana; y sobre la explotación y uso de fuentes de energía alternativas, por sólo citar unas cuantos.

Los resultados de las investigaciones que en diferentes áreas llevan a cabo los científicos de la UASD son utilizados en defensa del interés nacional. Esos hombres y mujeres han defendido y defienden nuestras costas, nuestros valles, nuestros ríos y nuestros bosques. Y esto debe llenarnos de satisfacción y de orgullo.

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