Fortalecer la institucionalidad democrática

Fortalecer la institucionalidad democrática

Si queremos avanzar en la solución de nuestros problemas en general tenemos que saber manejar con inteligencia las contradicciones que hoy presenta esta sociedad de más de 500 años de fundada. El imperio español y los demás, franceses, ingleses y luego norteamericanos, tienen mucho que ver con la historia de la corrupción en este país.
Así se inició la corrupción, con la apropiación ilegal de la isla por la superioridad militar de los colonizadores y el brutal saqueo y violación de derechos humanos de todo tipo. Ver con dignidad y sabiduría esta realidad eleva nuestra estatura de país.
Esta corrupción aneja ha seguido rodando, el Presidente Danilo Medina hoy levantó sus manos y señaló “aquí están nuestras manos. Limpias están”. Y agregó: “Eso no quiere decir en modo alguno que no tengamos gentes manchadas también porque eso siempre lo vamos a tener, por eso fue que Jesucrissto dijo que el que esté libre de pecado que tire la primera piedra”.
¿Cuáles son los esfuerzos serios que anteceden a esta administración a fines de corregir el mal y los males que genera la corrupción en nuestro país?
Excepto Juan Bosch, no recordamos que otros lo hayan hecho.
La corrupción es la gran desgracia nacional, nos ha traído atrasos, pobrezas y miserias de todo tipo, una deuda social acumulada que se ha agigantado por tiempo interminable y que solo ahora comienza a despejarse a partir de enormes esfuerzos y sacrificios y la férrea voluntad política de la actual administración de gobierno de ir a su rescate convirtiendo al “jodío desbaratao” en condiciones de ascender socialmente.
Cuando se trilla un camino diferente, con pasos concretos para rectificar las prácticas de corrupción, se advierte la presencia negativa de sectores políticos de la oposición abierta y sectores políticos de oposición agachada que critican estas iniciativas, desnaturalizando la realidad y pretendiendo desinformar y confundir con fines politiqueros a la población y a la opinión pública, a propósito de la campaña electoral que se avecina.
La situación recién detectada por la Procuraduría General de la República en los tribunales de justicia del país, de la existencia de una mafia integrada por jueces a partir del seguimiento e investigación de sus decisiones cuestionadas por sentencias escandalosas favoreciendo al lavado de dinero mal habido, sicariato, narcotráfico, ofrecen un testimonio de voluntad política en el combate a la corrupción.
El caso de OISOE es la acción mafiosa de corrupción integrada por un grupo de empleados y ex empleado de esa institución detectados a partir de la trágica y lamentable decisión desesperada asumida por uno de los ingenieros contratistas afectados por esa práctica, que investigados y conocidos los pormenores que rodearon ese hecho movilizan de manera automática la participación de la Fiscalía y la acción de la Justicia.
Al momento de producirse el lamentable hecho trágico, en esa institución se había operado un cambio de administración encabezada por el ingeniero Francisco Pagán y éste había tomado medidas concretas de advertencias al comportamiento del personal, puntualizando todo lo relativo al aspecto ético y moral y las medidas disciplinarias con las que podrían ser objeto de sanción en caso de no obtemperar a estas. Este anuncio produjo la renuncia acelerada de quien luego se descubriría era el eje de dicha mafia. Ese renunciante y dos ex empleados más de esa institución hoy guardan prisión sujetos a medidas de coerción.
¿Se puede aludir impunidad? ¿Debe desaparecer OISOE como institución? No lo creo. En esa institución hay en marcha un proceso de cambios, de rectificación. Las instituciones están por encima de las debilidades y de los errores que malvados seres humanos cometen. Lo mismo podemos decir de una justicia en la que ahora se le ha detectado un virus de histórica larga data, y hay que eliminarlo. Pero como decía el filósofo: “Hay que curar la enfermedad y salvar al paciente”.

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