Fortalezas de la economía

Fortalezas de la economía

El país entró hace tiempo en un proceso franco de crecimiento, dadas las condiciones favorables que presenta desde diferentes escenarios.

El turismo se encuentra en una etapa de ascenso, el número de visitantes extranjeros es cada año mayor, y por consiguiente nuestros ingresos en divisas crecen.

Apreciando las estadísticas periódicas nos daremos cuenta de que turismo y remesas ya han alcanzado un sólido nivel en las cuentas nacionales.

El país puede continuar mostrando al mundo sus exuberantes recursos naturales para mantener unos números apreciables en el sector turismo, que difícilmente puedan revertirse en los próximos años.
La infraestructura turística es envidiable. Sólo hay que observar lo que está ocurriendo en las zonas de Bávaro y Punta Cana, para darse cuenta del aprecio del visitante por la tierra dominicana.

Naturalmente, la nación dominicana tiene que someterse a un plan serio de revisión de su legislación, de ciertos controles sanitarios y de seguridad ciudadana, para que este crecimiento se mantenga en el tiempo.

Si como país podemos revisar determinadas conductas ciudadanas, de respeto a nuestras leyes y de protección al visitante, habremos de prolongar el aprecio por ese nivel de acogida.

Las frías estadísticas no deben ser suficientes para descansar hasta conducir al sector turismo en los niveles a que aspiran las autoridades de diez millones de visitantes al año.

Es preciso convertirnos, gobierno y gobernados, en vigilantes constantes de una cualidad que otrora nos identificó en el exterior como país cálido con el visitante.

La minería es un recurso no renovable que no habrá de reportarnos de por vida unas divisas que nos son imprescindibles para el desarrollo.

Soy de los que creo a fe ciega de que contamos con las condiciones naturales para avanzar hacia estadios más promisorios.

Pero también tenemos que despojarnos de una visión apocalíptica de que la nación marcha por derroteros de fracaso.

El país es una herencia de todos, y a todos debe dolernos un posible fracaso. Como también enorgullecernos su éxito.

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