Fortunas y origen

Fortunas y origen

En una visión a vuelo de pájaros, cualquier podría decir que República Dominicana es un país donde el dinero corre a granel.

Compare usted y notará que hay países del mundo, incluyendo los desarrollados y muy desarrollados, en donde no se ve un despliegue de lujo tan descomunal como aquí.

Por nuestras calles desfilan autos súper lujosos, de alto cilindraje y que cuestan fuertes sumas de dólares.

Los vendedores están por doquier anunciando productos y artículos costosísimos, como si se trata de algo para lo cual hay siempre un público ávido de comprar.

Existen tiendas sólo para la exclusividad y el gusto de unos cuantos señores.

Ya el encanto no son las zonas residenciales tradicionales, sino las torres con sus penthouse, cuyo costo se paga en millones de dólares.

En los medios de comunicación salen a diario noticias que hablan sólo de fuertes sumas de dinero que aparecen por doquier y  relacionadas con gente, incluso, hasta desconocidas en la misma sociedad en términos de aportes en el plano político, social o económico.

¿A qué se debe este fenómeno?

Bueno, todo el mundo sabe. Sólo que nadie se atreve a asumir la responsabilidad de averiguar y, sobre todo, controlar esta situación.

No son recursos que provienen de los patrimonios de las familias conocidas en la sociedad. Tampoco lo es del trabajo tesonero y del ahorro serio y honesto mediante el esfuerzo y la disciplina.

Este es un país donde se ve, como por arte de magia, que una persona pasa de la noche a la mañana de ser un pobre diablo a un señor rodeado de lujo, placer, reconocimiento y gran poder.

Aquí el dinero y las cosas materiales aparecen en mano de cualquiera, sin que existan rastros que determinen orígenes y estatus.

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