Nueva York, EFE.- La Fundación Gabarrón expone desde esta semana en Nueva York una recopilación de obras fotográficas del granadino Paco Caparrós -referente, sin embargo, del diseño valenciano- sobre la ciudad de los rascacielos y la fascinación que despiertan en el visitante sus horizontes.

  La exposición “Paco Caparrós, jerografías fotográficas” , que estará hasta el 10 de febrero de 2008, consta de once fotografías digitales y una instalación de vídeo relacionadas con la Gran Manzana y que ofrecen una visión distorsionada del que posiblemente es el paisaje urbano más famoso del mundo.

  “»Se trata de mi trabajo en Nueva York, una ciudad  que adoro y con la que me entiendo”, explicó Caparrós, quien reconoció que un buen día se dio cuenta de que se “tenía que comunicar mejor con la ciudad. Desde entonces comenzó otra etapa”.

   El promotor de la obra ha sido el Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM), que ha ofrecido instantáneas de la colección expuesta en 2006 y 2007 en Valencia y que captan también la esencia de parte de su trayectoria creativa, materializada en las series “Good Morning America” (1989) y “Nueva York, mirada perdida” (1990).

   Las obras expuestas en el Carriage House Center for Arts, en pleno centro de Manhattan, reflejan el espíritu de la ciudad que nunca duerme, incluyendo cierta impronta personal y el toque romántico del visitante ocasional, con el recurso de la distorsión de las luces que llegan al espectador que contempla admirado el “skyline” neoyorquino.

   Nacido en Baza (España) en 1954, Caparrós, que tiene su propia empresa de publicidad, se confiesa enamorado de su tierra, Granada; de Valencia, donde está afincado; y de Nueva York, adonde viaja con asiduidad, así como de “todo el mundo”.

“Amo las dos ciudades, me encantan las dos y me encuentro a gusto en ambas. Es como si fueran la misma cosa y, de hecho, en mi trabajo, hay fotografías que no se podría decir si son de Valencia o de Nueva York”, aseguró el autor, para quien, “en el fondo, las ciudades son todas iguales”.

   La exposición del granadino descompone la visión fotográfica, para imprimirle un toque romántico, con el objetivo abierto y el tiempo pasando en cada instantánea, con lo que vaporiza la sensación estática que se le puede quedar a quien observa una postal de la Gran Manzana. EFE