¡Fotos comprometedoras!

¡Fotos comprometedoras!

Los seres humanos somos extremadamente vanidosos, por eso, cuando nos encontramos con una personalidad que haya descollado en cualquier actividad, pretendemos al acercarnos, que nos permita tomarnos una fotografía a su lado, la cual exhibiremos como un preciado trofeo.
En estos días, en las redes sociales se visualizan fotografías de connotados líderes políticos, tomadas antes de que los protagonistas hayan sido declarados por las autoridades como involucrados, tanto en negocios ilícitos, como en el narcotráfico. Por eso, muchos políticos y encumbrados funcionarios públicos asalariados, que han comenzado a salir en fotografías con connotados capos; sobre todo, los ligados al escurridizo narcotraficante César Emilio Peralta, mejor conocido como “El Abusador”, deben estar con calambres y estertores estomacales que les mantienen, como dice los campesinos: “de la bacinilla al catre”.
A esta costumbre de fotografiarse con personas destacadas, no escapamos nosotros y vamos a relatar un acontecimiento que finalmente, gracias al protagonista, no resultó en un grave incidente diplomático. En abril del año 2001, nosotros éramos el representante de nuestro país en la Organización Internacional del Cacao (ICCO), en esa ocasión con sede en Londres. La reina Isabel II había invitado con su séquito completo, a S.M. Otumfuo Osei Tutu II, rey de los Asanthene, tribus que están ubicadas entre Ghana y Costa de Marfil, en África Occidental. Éste llegó a Londres en un avión Jumbo 747, el día 2 de abril del mencionado año.
Ninguno de los delegados, salvo los de Ghana, sabían que este rey era un destacado profesional, graduado en una de las universidades inglesas de mayor prestigio: Harvard. Al siguiente día de su llegada, en el anfiteatro de la ICCO, el monarca pronunció una magistral conferencia sobre la producción de cacao en África. Al terminar la misma, como había sido presidente de la Organización, me invitó a una interesante plática sobre cacao a nivel mundial, por espacio de más de una hora.
El día 4, la Embajada de Ghana en el Reino Unido le dedicó una recepción a todos los miembros provenientes de cuarenta y dos países cacaoteros, para honrar al rey de los Ashanties, quien se encontraba semi desnudo con una rica bata multicolores y en los brazos varios brazaletes de oro sólido. Además, protegido por un súbdito con un paraguas y él con un bastón de puño de oro en su mano derecha. No conociendo el protocolo, le pedí al representante de Camerún, mi amigo Sona Ebai, que me tomara una foto abrazando al rey con quien había intimado el día anterior. Sorpresa me llevé, cuando cuatro guardaespaldas me sujetaron bruscamente y pretendían quitarle la cámara a mi amigo, alegando que al rey no se fotografiaba en ceremonia oficial.
Este capricho mío, que pudo degenerar en un grave incidente, ya que tanto mi amigo Sona como yo, no cedimos la cámara, fue solucionado cuando el rey, poniéndose de pie intercedió ante los espalderos ordenando: “Suelten a esos señores que son mis amigos”. Tremendo susto nos llevamos, pero conservo la foto como un recuerdo invaluable en mi oficina.
Resulta, que un buen día aparece la foto del rey Tutu II en media página en el periódico Hoy, sin pie ni leyenda, solo explicaba que era un destacado líder del Tercer Mundo. El director de entonces, Cuchito Álvarez, me llama y me pregunta si puedo reconocer a ese personaje tan importante. Le digo, ese es Otumfuo Osei Tutu II, para seguida oír, “no relajes José Antonio”. Se convenció que decía la verdad, cuando le lleve la controversial foto en la cual estaba poniéndole el brazo en el hombro al Rey.
Ahora bien, la foto con una persona que le haya costado una fortuna aconteció en New York. En el año 1948, Juancito Rodríguez abandonó subrepticiamente sus hatos ganaderos y sus propiedades agropecuarias de la provincia de La Vega, cuando Trujillo, por celos por poseer mejor ganado y tener tanta riqueza como él, lo hostigó amenazándole con denigrarlo y apresarlo. Este se instaló provisionalmente en New York.
El hacendado Ramón “Mamón” Henríquez, quien poseía haciendas colindantes con Juancito y que eran compadres, viajaba para Europa y en la ida se detuvo en New York, tomándose una fotografía con Juancito. Llegado a Santo Domingo, Trujillo lo mandó a buscar y le preguntó: ¿amigo Mamón, por casualidad Ud. no se vio con su compadre Juancito? Mamón le contestó: “Jefe, soy trujillista hasta la tambora”. Ahí mismo le sacó una foto abrazando a Juancito. Esta fotografía ha tenido la consecuencia más funesta para el fotografiado, pues Trujillo lo despojó de su hato ganadero en Jima y lo confinó a su casa de la avenida George Washington, lo cual le enfermó y en poco tiempo murió. Foto que costó, aparte de la muerte del hacendado, enorme pérdidas ara sus progenitores.

De ahora en adelante: “verifiquen bien antes de posar con alguien” para que no sufran posibles efectos negativos que después se arrepentirán.

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