Fracasa mediación gobierno-coalición

Fracasa mediación gobierno-coalición

BAGDAD.- Los intentos de mediación entre el jefe chiíta radical Moqtada Sadr y las tropas de la coalición no lograron poner fin a la explosión de violencia ni calmar los ánimos en Irak, ya que ambas partes se mantienen inamovibles, según fuentes chiítas.

El último de esos intentos se produjo el martes. El gran ayatolá Alí Sistani, principal dignatario religioso chiíta, envió al jefe de su oficina a ver a Sadr «para manifestarle su simpatía e informarle de una fatwa (decreto religioso) en la que llamaba a la calma», declaró a la prensa un colaborador de Sadr, Qais al Jazaali.

Esos esfuerzos tuvieron lugar antes de las ceremonias religiosas que marcan el cuadragésimo día después del aniversario de la muerte de Hussein, imán venerado por los chiítas, previstas el domingo en la ciudad santa de Kerbala.

La comunidad chiíta, que representa más del 60% de la población, conmocionada aún por los atentados antichiítas que el 2 de marzo causaron más de 180 muertos en Bagdad y Kerbala, teme que esas ceremonias a las que asisten millones de peregrinos de todo el mundo terminen en otro baño de sangre. Dignatarios religiosos, líderes de formaciones chiítas, jefes tribales, responsables locales y oficiales de policía se sucedieron para intentar encontrar un terreno de entendimiento entre Moqtada Sadr y la coalición.

[b]Gobierno Vs oposición[/b]

El choque armado ayer en Nasiriya, al sur de Bagdad, de tropas italianas con milicianos chiíes leales al líder religioso radical Muqtada al Sadr reavivó el enfrentamiento entre el Gobierno y la oposición sobre el despliegue militar en Irak.

Las hostilidades se saldaron con quince iraquíes muertos, entre ellos dos niños y una mujer, y doce soldados italianos heridos, ninguno de gravedad, según fuentes de la Autoridad Provisional y del Ejecutivo italiano.

Mientras el Alto Estado Mayor de la Defensa daba cuenta en Roma de la operación para tomar el control de Nasiriya y desbloquear los puentes sobre el río Tigris tomados por los insurgentes, la oposición y el Ejecutivo se enzarzaron en un cruce de acusaciones.

Los partidos más radicales del centroizquierda pidieron el regreso inmediato de las tropas, mientras los más moderados, Demócratas de Izquierda (DS) y centristas de la Margarita, que son los de más peso, abogaron por una gestión de la crisis por parte de la ONU, sin requerir el retorno inminente de los soldados.

La respuesta del Gobierno la hicieron pública al unísono los ministros de Defensa, Antonio Martino, y de Exteriores, Franco Frattini, al señalar que se mantendrá el despliegue de tropas en Irak sin cambiar ningún aspecto de la operación «Antigua Babilonia».

Apoyándose en la posición del futuro presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, el líder de los DS, Piero Fassino, reclamó una iniciativa política de la Unión Europa «que ponga fin al poder anglo-americano en Irak».

Fassino, que solicitó la comparecencia urgente en el Parlamento del primer ministro, Silvio Berlusconi, insistió en la conveniencia de una nueva resolución de la ONU «porque sólo en este contexto -dijo- tiene sentido la permanencia de Italia en la zona».

Irak se ha visto sacudido en los últimos días por una revuelta generalizada que encabeza el líder religioso radical chií Muqtada al Sadr, que ha derivado en enfrentamientos con las tropas de la coalición con decenas de muertos y heridos.

Los enfrentamientos y el creciente número de víctimas encendieron los ánimos mientras la coalición aumentaba la presión sobre el joven líder rebelde declarándolo fuera de la ley y anunciaba que es objeto de una orden de detención por el asesinato de un responsable chiíta hace un año.

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