WASHINGTON,(AFP).- La mayoría republicana en el Congreso reconoció ayer el fracaso de la reforma migratoria amplia, al no haber logrado un acuerdo entre las versiones contradictorias de ambas cámaras, mientras apenas unos miles de personas manifestaban por la legalización frente al Capitolio.

“No podemos respaldar el proyecto de ley de amnistía del Senado”, declaró el presidente de la Cámara de Representantes, Dennis Hastert, al referirse a la ley aprobada en mayo por la Cámara Alta, que abriría paso a la regularización de parte de los 12 millones de indocumentados que viven en el país.

“La seguridad fronteriza es una de la principales prioridades de los republicanos en la Cámara de Representantes”, precisó Hastert, antes de subrayar que el proyecto “demócrata” del Senado “no reforzaría la seguridad de las fronteras, sino que las borraría”.

Con esta declaración, Hastert admitió la imposibilidad de compaginar durante esta legislatura, que concluye el 31 de diciembre, la reforma bipartidista aprobada por el Senado en mayo con la ley exclusivamente represiva adoptada en diciembre por la Cámara de Representantes, bajo el liderazgo republicano.

El fracaso de la reforma migratoria, que dividió al Partido Republicano, también constituye un revés para el presidente estadounidense, George W. Bush, que prometió al iniciar su segundo mandato hace dos años una ley que incluya un estatuto temporal para los trabajadores extranjeros.

Mientras Hastert anunciaba que no habría reforma amplia, unos pocos miles de personas se concentraron frente al Congreso para pedir la legalización de los indocumentados, una cifra muy inferior a los cientos de miles de manifestantes que esperaban los organizadores.

En el acto, que comenzó con el canto del himno de Estados Unidos en inglés, habló el senador demócrata Edward Kennedy, quien en un mensaje en español dijo: “Si el Congreso no aprueba esta ley vamos a elegir (en noviembre) otro Congreso que lo hará”.

La manifestación, convocada por la Alianza Somos América (WAAA, por sus siglas en inglés) y la Coalición de Inmigración del Area Metropolitana de Washington (NCIC), confirmó el debilitamiento de un movimiento que congregó a cerca de 200.000 personas en el mismo lugar el pasado 10 de abril.

El dirigente de NCIC, Jaime Contreras, no quiso dar cifras sobre la participación, aunque también se negó a hablar de fracaso: “Este es el inicio de una nueva ronda de movilización”, declaró, en alusión a la manifestación prevista el sábado en Los Angeles.