En medio de la resaca electoral, a mi me parecen realmente patéticos los alegatos de muchos políticos y periodistas que incurren en mayúsculo oxímoron al pretender culpar al PLD por el fracaso del PRD en las votaciones del día 20 pasado.
El atronador silencio de los observadores internacionales frente a las reiterativas e insustanciales denuncias de fraude por parte de voceros o simpatizantes del PRD describe cabalmente el poco caso que merecen.
Lo que debería preocupar a los comentaristas más aguerridos no es el disparate de una cacareada e inexistente dictadura constitucional, como intentan desdibujar la manera en que el PLD y Leonel Fernández han logrado construir y consolidar su proyecto político; sino la apabullante incapacidad de la oposición y sus líderes, pese a su excelente votación, para formular propuestas que sirvan de contrapeso a la hegemonía gubernamental.
Si el PLD controla el Senado y la Cámara de Diputados, es porque sus candidatos ganaron en las elecciones del 2010; si los perredeístas creen que el gobierno controla las altas cortes, tuvieron oportunidad de participar en su selección aunque no quedaran del todo conformes; si los perredeístas de verdad creen todo cuanto denuncian, ¿por qué no arman un expediente con las alegadas pruebas que presentan por televisión para llevarlas ante un tribunal?
Hacer oposición no es sólo la permanente denunciología del perredeísmo más emblemático sino que se debe persuadir a la opinión pública para efectivamente mantener controlados a quienes puedan creerse capaces de cualquier cosa por estar en el poder.
El que casi la mitad de los dominicanos haya preferido votar por el PRD al tiempo que los votos del PLD van disminuyendo en las últimas tres elecciones, retrata la tremenda importancia de que el presidente-electo preste atención a la mejor parte de ese partido.
Pero para que ello ocurra el propio PRD debe poner su casa en orden, reconocer la legitimidad del triunfo de Danilo y procurar que quienes sean sus interlocutores con el nuevo gobierno merezcan credibilidad y posean autoridad para efectivamente hablar a nombre de la oposición.
De lo contrario, ante la permanente rebatiña de los dirigentes perredeístas el PLD continuará aprovechando esa circunstancia y la verdadera oposición continuarán haciéndola productores de televisión y organizaciones cívicas. Y así sí le habrán hecho coca al PRD, que al llegar el 2016 tendrá doce años fuera del poder.