Ahora que se plantean nuevas políticas para intentar contener la expansión del covid-19, primero que nada hay que admitir que se ha fracasado en su contención y buscar las causas para corregirlas como base de una nueva estrategia, que debe tener como principal instrumento la participación de toda la sociedad organizada.
No hay repunte ni rebrote, porque la curva de crecimiento nunca ha tenido inflexión, también es falso que ello se debiera a que la población no observó el toque de queda, ni tampoco a la campaña electoral que registró muy pocos actos de participación masiva.
Incremento sostenido. El análisis de las estadísticas contenidas en los boletines del Ministerio de Salud Pública y la curva gráfica mantenida en HOY indican que el covid-19 ha tenido un crecimiento sostenido, sin la menor inflexión, que naturalmente aumentó cuando se reinició la reactivación de las actividades económicas, aunque dos semanas antes la población la inició por su cuenta.
En la fase del estado de confinamiento de la población, por efecto del Estado de Emergencia decretado a partir del 19 de marzo, y que se extendió por tres meses, el covid-19 mantuvo su incremento.
Al 16 de mayo promediaba 208 contagios diarios, que un mes después se elevaron a 365, con aumento de 157 por día, equivalente al 75%. Los fallecimientos pasaron de 428 a 605, es decir 177 de promedio diario, 41% mayor.
Un cuadro anexo muestra cómo desde el 18 de mayo al 13 de julio continuó sostenidamente la expansión del virus, en proporciones que no avalan atribuirlo a la campaña electoral, que apenas tuvo unos pocos actos masivos desde el sábado 27 de junio, cuando el presidente Danilo Medina salió en caravanas por varias ciudades, rompiendo la limitación de las congregación de personas que vencía con el estado de emergencia el 30 de ese mes.
Su candidato desfiló entre multitudes sin mascarilla ni guantes. Los opositores políticos apenas hicieron actos masivos los dos primeros días de julio, cuando terminó la campaña electoral.
Obsérvese que el porcentaje de incremento de contagios semanal del 13 de julio, fue casi igual que el 1 y el 22 de junio, y menor que el 15 de junio.
Lo mismo el aumento porcentual semanal de los fallecimientos fue igual el 13 de julio que el 1 y el 15 de junio.
Sobre el toque de queda. Ahora que parece inminente el restablecimiento del toque de queda nocturno, conviene advertir que la pandemia creció sostenidamente durante los 100 días que rigió entre marzo y junio, y que el número de detenidos por violarlo, según el reporte policial fue de 92 mil 159 personas, es decir 921 por día, que no alcanza siquiera al 0.1% de la población nacional, si la estimamos en 10.5 millones de personas.
Es una calumnia atribuirle a la población, como se ha hecho sin fundamento, la responsabilidad por el incremento de la pandemia, sobre la base de que no respetó el toque de queda nocturno. Es necesario entenderlo para no cifrar demasiado esperanzas en su restablecimiento, si se evade el problema fundamental que son las actividades diurnas de subsistencia de los trabajadores informales, el 57% de los empleados, la mayoría de los cuales se buscan la alimentación día a día.
Sin duda que al reanudarse las actividades se acentuó la expansión, pero eso era previsible y la responsabilidad es de quienes no adoptaron las disposiciones necesarias para mitigarlo.
Fue visible que desde dos semanas antes del inicio de la desescalada, los chiriperos se amontonaban en los mercados para luego salir a distribuir alimentos por todas las ciudades. Las calles se llenaron de automóviles y nadie impidió que se metieran hasta 6 personas en los carros de concho, y no guardaban distancia tampoco en minibuses ni en las paradas.
Los medios informativos también documentaron gráficamente que ni en los repartos de alimentos y donativos del Gobierno y su candidato presidencial se guardaba distancia ni se utilizaban mascarillas.
Y cuando se entregaban los subsidios de las viejas tarjetas y los provocados por la emergencia, los beneficiarios saturaban los establecimientos comerciales sin que se hiciera esfuerzo por organizarlos.
La agonía de las pruebas. La curva siempre ascendente de contagios y fallecimientos muestra un fracaso desde la fase inicial.
Se desperdició la oportunidad de estrangular el virus durante los más de dos meses de confinamiento y los 100 días del toque de queda. Si las estadísticas de esa etapa no son más escandalosas es porque se hacían muy pocas pruebas, con promedio diario de 903 hasta el 16 de mayo, que ya el 15 de junio casi se habían duplicado a 1,917 y que en desde el 1 de julio promedia unas 2,400 por día.
Las pocas pruebas no permitieron identificar con tiempo a miles de contagiados que por lo mismo, se convertían en vehículo de difusión. Y todavía esta semana, en el quinto mes del covid-19, hay que esperar hasta 5 días para conseguir un laboratorio que las haga y otros tanto para obtener los resultados. En estos días se anunció que pronto instalarán un laboratorio con capacidad para procesar otras 2 mil pruebas diariamente.
Por igual aún se escuchan quejas del personal sanitario por ausencia de equipos de protección para dar la asistencia.
El personal del hospital Estrella Ureña de Santiago protagonizó esta semana una protesta para que no les manden contagiados, por temor a que afecten los pacientes allí recluidos por diversas causas, especialmente las parturientas, que es su principal especialidad.
Ya pasan del 80% las camas destinadas a pacientes del covid-19 que están ocupadas, y todos los días se anuncia que habilitarán otras, mientras los hospitales están saturados por los que buscan asistencia por las enfermedades normales.
Si antes de la pandemia estaban llenos, no debe ignorarse que después de la contención de meses, se hayan acumulado los reclamos de servicios de antiguos y nuevos enfermos de todo género, a los que se suman los del día a día.
Contaminaron la batalla. Es fácil echar la culpa a la supuesta indisciplina de la población, desconociendo las características del empleo nacional y las condiciones de vida de la gente, cuando ni en muchos hospitales hay agua corriente y falla la electricidad, y gran parte de las viviendas son inhabitables a las temperaturas de estos meses, de hasta 32 grados centígrados.
Pero la realidad es que las autoridades gubernamentales no escucharon la advertencia del director de la Organización Mundial de la Salud, de que evitaran politizar la pandemia, y contaminaron el campo de batalla.
Desde el comienzo vieron el coronavirus como “una oportunidad para mejorar el posicionamiento de sus candidaturas” para las elecciones presidenciales y congresuales. Privilegiaron los negocios con licitaciones de horas y dos o tres días, otorgadas en muchos casos a empresas ad hoc de vinculados y evadieron las compras directas que mandaba la emergencia, a empresas de zonas francas y de gobierno a gobierno.
Ahí está el testimonio, ratificado esta semana por Teleantillas, del presidente de la Cámara de Comercio Dominico-China, Roberto Santana, de que ni le respondieron una propuesta de buscar un acuerdo con el Gobierno de China para traer cargueros con equipos, materiales e insumos para combatir la pandemia.
Por demás, las autoridades fueron más eficientes en el reparto de ayudas, en subsidios y alimentos, que en la contención de la expansión del virus, esperando rentabilidad electoral inmediata, que no consiguieron.
En el programa “Quédate en casa” incluyeron 1 millón 500 mil, 866 mil en el subsidio a empleados suspendidos, y 200 mil trabajadores independientes, que totalizaron 2 millones 566 mil personas, un tercio de los empadronados para los comicios, y 44% sumados los 700 mil asalariados del Estado.
Toda una nueva estrategia. Superado el desafío institucional de las elecciones y elegido un nuevo gobierno, es urgente establecer toda una nueva estrategia para contener el covid-19, que ya casi cobra un millar de vidas y casi 50 mil contagiados.
En esa dirección deberá ir el esfuerzo de los comisionados del presidente electo para coordinar la lucha contra la pandemia junto al equipo saliente, pues sería irresponsable esperar el mes que queda de transición.
Deberán suplir la mayor deficiencia que ha tenido la estrategia de combate, que es el involucramiento de toda la población en la batalla. Medina se negó a consensuar no solo con las fuerzas políticas en finales de una campaña electoral, sino con el resto de la sociedad. Hay que incorporar los gremios profesionales y las entidades privadas del sector salud, a los ayuntamientos y las organizaciones comunitarias y juntas de vecinos.
Y desde luego, buscar donde sea y a la mayor brevedad, con el poder del Estado, y sin intermediarios, los equipos, medicamentos e insumos imprescindibles, en China y Rusia, donde hay disponibles, y hasta en España que finalmente parece haber parado la expansión del covid-19.
De nada servirán otros 45 días de emergencia, ni el toque de queda, si no se va a lo fundamental. Hay que reconocer que cada día parece más cuesta arriba la batalla, pero hay que desatar una nueva sinergia para ganarla.