Fracaso que no llega

Fracaso que no llega

MANUEL A. FERMÍN
La República Dominicana, firmemente se dirige a la superación de la crisis heredada, y continúa sin interrupción la buena dirección económica y política que hacen del país un lugar en el que se puede confiar para hacer negocios. Constantemente nos lo dicen los extranjeros de la banca y negocios internacionales, organismos, políticos y dignatarios que nos visitan.

Otra vez el Fondo Monetario Internacional, organismo que no se conoce por su indiferencia ante cualquier situación sombría que amenace a tal o cual país, su opinión de la economía nos da motivos para ser optimistas por el efectivo manejo de las autoridades a todo lo que ha sido el enfoque de metas monetarias contempladas en el Acuerdo con ese organismo.

Pero eso no complace a los que no edifican y que en una actitud sospechosa, con mal velado disimulo, aferrados al pronóstico -y al propósito- de que fracase el Gobierno en el manejo y ordenación del caos dejado por ellos a su paso desafortunado en la dirección del Estado, no cesan de anunciarnos la hecatombe por llegar, conducta ésta que habrá de catalogarse de moralmente inaceptable y política y económicamente irracional.

Desde el inicio de esta gestión a estas voces agoreras no se le cumplen sus vaticinios; pero en donde esta psicosis trata de sembrar desconfianza es cuando involucran la figura del expresidente Mejía para decir “que en el país se desatará una crisis de graves proporciones”; “no quiero ser un demagogo, un mentiroso”, “con eso no se juega” (Hoy, 04/10/05, página No.8).

Revertir la caída de la calidad de vida de los dominicanos, estabilizar la tasa de cambio, reducir los niveles de inflación, el crecimiento del PIB, parece que no complace a quienes nos dejaron la peor crisis de la historia económica del país, acompañada de cifras, que silencio por razones de espacio, demoledoras de la bancarrota moral, económica y social de la República. Resulta una verdadera proeza la recuperación. Mientras de forma irreflexiva los descaminados críticos niegan los avances, personalidades como Enrique Iglesias (expresidente del BID) y secretario general de las Cumbres Iberoamericanas, dice que estamos en presencia de un milagro económico.

Definitivamente lo que añoran con sus malos deseos es quebrantar los cimientos de la confianza para retrotraer nuevamente al país por la senda de la incertidumbre que favorezca las quiebras bancarias que cuestionan el sistema entero de intermediación financiera y provocan los “grandiosos salvamentos”, causan la devaluación que encarece el servicio de la deuda externa y estimula la especulación con las divisas para que el país no pueda cumplir con sus compromisos. Esto no es liderazgo responsable. Nos dice Stanley C. Allyn que “liderazgo implica recordar errores pasados, un análisis de los logros actuales, y una imaginación establecida para visualizar los problemas del futuro”. Si la fe ciega por el fracaso es lo que la inspira, bueno, pues, habrá que recordarle que hasta la fe misma necesita de la razón. Habremos, entonces de dejarlos entregados a su propio instinto: el economicida mayor seguirá actuando como Julián el Apóstata, tratando de destruir la confianza económica de la nación, y su líder, perdido en la larga noche del abajismo rabioso y el desatino desafiante.

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