Fracasos contractuales

 Fracasos contractuales

El Gobierno acaba de recuperar la administración de cinco estaciones de peaje que operaba bajo concesión la firma Dominicana de Vías Concesionarias (Dovicon). Esto le costará al contribuyente  US$135 millones, que se sumarán al dinero cobrado por la empresa y aportado por los peajes, más el avance de US$70 millones que el Gobierno le entregó al inicio  del contrato. Solo se ha dicho que hemos recuperado esta fuente de ingresos y que la rescisión del contrato se logró de manera “amigable”.

El costoso final con Dovicon pone a la luz la necesidad de una revisión del  esquema que rige las concesiones de obras, los riesgos y compromisos inexplicables que asume el Estado y la falta de transparencia de estas operaciones. No es casual que, en virtud de una demanda, hace poco una corte arbitral internacional condenó al país al pago de una suma  millonaria a favor de  la firma Concesionaria de Autopistas y Carreteras (Codacsa), por concepto de indemnización, intereses y costas procesales.

Lo doloroso de todo es que estos contratos sospechosos no acarrean ninguna consecuencia para sus autores, como ocurrió  con el contrato original con la Barrick Gold. El Gobierno ha emitido señales alentadoras en varios de estos casos, pero debe completar su obra haciendo lo que nunca se ha hecho cuando se juega de manera tan aviesa con el dinero de los contribuyentes.

¿Percepción o realidad?

Lo que más necesita este país es poder confiar en que sus más altas autoridades están en la vía correcta para enfrentar la violencia y la delincuencia. Sin embargo,  es inevitable que el ciudadano sienta dudas cuando, ante sus justificados temores y preocupaciones por el auge de la delincuencia, las autoridades insistan en  creer  que se trata de una simple percepción y que la realidad es distinta a como ellas la ven.

El desplante es peor aún cuando el ciudadano percibe que la lucha contra la delincuencia debe ser vinculante, incluyente  por tratarse de un problema de todos, pero algunas altas autoridades proclaman que actuarán a su manera, excluyendo o sin tomar en cuenta las opiniones o críticas de los demás. Ya quisiéramos que fuera simple percepción esta realidad de abundantes  sucesos violentos que aumentan día a día y alimentan la crónica roja de los medios de comunicación.

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