Fraccionamiento

Fraccionamiento

El procedimiento “fracking” ha ocupado las páginas de los periódicos y revistas del mundo occidental, inclusive se ha filmado un documental mostrando diferentes aspectos, beneficios y perjuicios que proporcionaría en la obtención de gas combustible. Si el procedimiento se usa en toda su capacidad, se pronostica que los Estados Unidos de América volverán a ser exportadores de combustible fósil para el año 2020, como fueron gran parte de la primera mitad del siglo XX. Reportes europeos, señalan, por ejemplo, que en el tercio norte de Alemania; al este, oeste y norte de Hannover, se podría extraer gas que disminuiría en gran medida sus importaciones de petróleo y gas.

Los países europeos han sido más conservadores en otorgar permisos para la explotación del gas combustible, en parte, por los primeros resultados obtenidos en los Estados Unidos, donde en algunos lugares se han mezclado los gases con el agua subterránea, afectando el medio ambiente y desde luego la calidad del agua que en ocasiones se ha incendiado. En el documental se puede ver un grifo por el que sale agua y al aproximarle un encendedor, se produce una llama que sale simultáneamente con el agua. Un cuadro interesante, agua y fuego saliendo de la misma llave.

El fenómeno se estudia en Estados Unidos y Europa, en el primero más agresivamente que en el segundo, donde se asegura que los estadounidenses se librarán del gastar los miles de millones de dólares que pagan a Arabia Saudita y Venezuela. Sin embargo, el medio ambiente podría ser seriamente afectado por el “fracking” que abre la posibilidad de la mezcla de gas con el agua subterránea. Aunque es posible, que con las técnicas modernas se logre limitar este problema y el procedimiento sea universalmente aceptado.

Si el fraccionamiento es aceptado sin reticencias, se produciría un gigantesca revolución económica mundial, con la disminución de los precios no sólo de los combustibles, sino además, de la energía eléctrica, bienes de consumo, transporte y casi todos los productos que hoy están en el mercado o que de una manera u otra son integrantes de la vida moderna puesto que son influidos por el costo de la energía. Esta revolución inquieta a los ambientalistas porque aunque el gas quema más limpio que el petróleo, su combustión genera dióxido de carbono, CO2. Siendo más barato, se teme que se usen mayores cantidades y la reducción de CO2 en la atmósfera no se logre o sea pírrica.

¿Por qué se mezclan el gas y el agua subterránea? Para entender esto, describiremos de manera sencilla, en qué consiste el “fracking”. Este procedimiento no es nuevo, los estadounidenses lo usan desde la mitad del siglo XIX. En aquellos años, ponían nitroglicerina para explotar las fuentes y éstas volvían a producir gas pero al cabo de un tiempo se “secaban”. El nuevo fraccionamiento, no usa nitroglicerina sino una mezcla de agua, arena y algunos químicos.

Existen dos clases de gases en el subsuelo, el gas natural y el gas de esquitos (pizarra). El segundo es puro metano y el primero es más rico en hidrógeno que lo normal. El metano quema más limpio que el gas natural que se descompone en agua y CO2. En consecuencia, químicamente no hay gran diferencia entre ambos, la gran separación ocurre en la forma como se almacenan en el subsuelo.

El gas natural se encuentra en material arenisco, poroso, por tanto, tiene opción a fluir. El gas de esquistos, llamémoslo así, se aloja en ellos que no son porosos, es decir, queda “preso” en esa roca, sin posibilidad de fluir. Así las cosas, cuando se perfora el material arenisco, el gas natural migra hacia el pozo profundo de donde es bombeado a la superficie. La preocupación en este caso es impermeabilizar la interfase entre la arenisca y el encamisado (tubos protectores para evitar derrumbes) del pozo, a fin de que el gas no se escape y pierda.

Resulta que los esquistos o pizarra subyacen la arenisca, en donde, por cierto, se encuentra el agua subterránea. Los esquistos contienen el metano integrado, es decir, no se puede extraer, en consecuencia, el agua subterránea se mantiene en sus condiciones originales. Una vez fraccionada la pizarra, el gas fluye por las grietas que se han generado y como el agua subterránea está sobre esos esquistos, se contamina.

El “fracking” actual consiste en bombear agua, arena y químicos a gran presión 1,000 atmósferas equivalentes a 14,695.95 libras por pulgada cuadrada, y, en grandes volúmenes hasta 30 millones de litros por pozo. Fraccionados los esquistos, la arena impide que sus grietas vuelvan a cerrarse y los químicos facilitan la liberación del gas de la roca. Hecho esto, el gas fluye hacia el pozo y se bombea al exterior, como en el caso anterior, pero naturalmente, también migra verticalmente entrando el agua subterránea.

Publicaciones Relacionadas