En medio de lágrimas, Christopher Pisapia, el ciudadanos francés condenado a 20 años en el país por narcotráfico, narró ayer ante los jueces el drama que según él ha vivido desde que fue apresado junto a dos compatriotas pilotos, y el perjuicio que, ante la justicia, le ha causado la fuga de estos.

El extranjero, quien se encuentra en libertad bajo fianza, procura mediante un recurso que la Corte de Apelación revierta su sentencia, afirmando que es inocente de los hechos que se le imputan, y que las pruebas presentadas en su contra “fueron fabricadas”.

Un infierno. Pisapia describió como “un infierno” lo que ha vivido desde la noche del 19 de marzo del 2013 cuando fue apresado en el aeropuerto de Punta Cana en momentos en que se proponía viajar como pasajero en un avión Falcon 50, junto con los pilotos Pascal Jean Fauret y Bruno Odos, ambos prófugos de la justicia dominicana.

“Me golpearon, me quitaron todo lo que tenía encima, incluida mi bufanda; me tiraron en el piso, me patearon y me rompieron dos costillas, me filmaron, me fotografiaron como si fuera una película, y fue varias horas después cuando aparecieron mis maletas”, narró ante los jueces de la Primera Sala de la Cámara Penal de la Corte de Apelación del Distrito Nacional.

Dijo que durante 15 días permaneció en lo que creía era una cueva “ sucia, oscura, sin baño, y sin un abogado”, y que luego le informaron que estaba en la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD).

Agregó que fue después de todos esos atropellos que lo llevaron a una celda.
A Pisapia, Fauret y Odos les fueron ocupados más de 700 kilogramos de cocaína escondidos en 28 maletas que estaban en el avión en el que viajarían a Saint Tropez, Francia.
Sin embargo, él sostiene que es inocente, y que la mejor prueba de ello es que nunca se ha sustraído ni se sustraerá del proceso, “porque confía en la justicia dominicana”, y en lo que dijo el prócer Juan Pablo Duarte sobre leyes sabias y justas para proteger derechos legítimos de los individuos.