Franceses van hoy a urnas en duelo decisivo

Franceses van hoy a urnas en duelo decisivo

PARIS (AFP).- Más de 44 millones de franceses están llamados el domingo a las urnas para elegir al que será su presidente en los próximos cinco años entre el conservador Nicolas Sarkozy, que parte como favorito, y la socialista Ségolène Royal.

Según la prensa de este sábado, Sarkozy ya se ve como vencedor y los socialistas se preparan para la derrota de Royal, esperando que sea lo más suave posible.

Fuentes del entorno del candidato conservador anunciaron la celebración de una “gran fiesta popular” en la céntrica plaza de la Concordia, en París, si gana su líder.

Los primeros en votar fueron los 4.900 electores de Saint Pierre y Miquelón, archipiélago francés en el Atlántico norte frente a las costas de Canadá, que lo hicieron este sábado a las 08H00 locales (10H00 GMT) debido a la diferencia horaria, constató la AFP. Tras una intensa campaña que ha acaparado la atención no sólo en Francia sino también en el exterior, ambos han llegado a la segunda ronda tras haber apurado hasta el último minuto sus apariciones con el fin de conquistar esencialmente la gran porción de votos del centro.

Hay “un 30% de personas que todavía está pensando” a quién votar, en referencia al electorado de centro, lo que supone “un amplio margen de maniobra”, declaró Royal el viernes, último día de campaña.

En la primera ronda presidencial, el 22 de abril, Sarkozy se alzó con un 31% de sufragios y Royal con el 26%. Pero a los finalistas les siguió el centrista François Bayrou, quien con un más del 18% de los votos, es decir, casi 7 millones de electores, triplicó su resultado en las presidenciales de 2002. En las dos últimas semanas, Bayrou se fue acercando a la socialista y el jueves anunció que no votará a Sarkozy, a pesar de que la mayoría de los diputados de su partido, la UDF, respaldan al candidato conservador. A Royal también la apoya buena parte de la extrema izquierda, mientras que Sarkozy cuenta con la mayoría de los votos de la extrema derecha (casi un 11% en la primera vuelta), a pesar de que su líder, Jean-Marie Le Pen, pidió la abstención masiva de sus adeptos.

El ex presidente del gobierno español José María Aznar dio su apoyo a Sarkozy en un artículo firmado por él este sábado en el diario Le Figaro.

El momento culminante de esta segunda fase de la campaña fue el esperado debate que celebraron el miércoles, el primero de dos finalistas de unas presidenciales en 12 años.

Más de 20 millones de telespectadores presenciaron cómo intercambiaban los papeles de agresivo y apaciguadora, que les han perseguido durante toda la campaña, en las casi tres horas de propuestas y acusaciones.

Finalmente, Sarkozy mostró un mayor dominio de los temas, mientras que Royal ofreció una positiva imagen de competencia y firmeza que no se tradujo, sin embargo, en un avance de intenciones de voto, debido tal vez a su programa económico considerado vago por sus adversarios.

Tras los últimos grandes mítines celebrados el jueves, los dos candidatos terminaron su campaña el viernes fuera de París.

El viernes por la noche, en su última aparición en televisión, la candidata socialista, de 53 años, llamó a votar “masivamente”, tanto a los simpatizantes de extrema izquierda como de centro.

Por su parte Sarkozy, de 52, se presentó como el “candidato del pueblo francés” e incluso tendió la mano a la izquierda.

El ganador de las elecciones será el sexto presidente de la V República francesa y pondrá fin a los 12 años en el poder del conservador Jacques Chirac.

Según los expertos, la participación en esta segunda vuelta será tan alta como en la primera ronda, que rozó el 84%.

Los franceses esperan en primer lugar que el nuevo jefe del Estado impulse la economía del país y luche contra el desempleo.

Después, las propuestas y recetas para conseguirlo varían.

Sarkozy propone medidas liberales para incentivar el trabajo y bajar los impuestos, acompañadas de mano dura contra la inseguridad y la inmigración.

Royal apuesta por una tibia reforma de la controvertida ley socialista de las 35 horas de trabajo semanales, más ayudas a las pequeñas empresas para activar el crecimiento y el empleo y más gasto social.

Para la socialista, el crecimiento económico puede rimar con justicia social.

La campaña electoral terminó el viernes a medianoche y hasta el domingo a las 20H00 locales (18H00 GMT), cuando se cierran los colegios electorales, la ley francesa prohíbe la difusión de cualquier sondeo, declaraciones de los candidatos o análisis de sus respectivos programas.

Royal pasaría a la historia

PARIS (AFP).- Ségolène Royal, que disputará el domingo la segunda vuelta contra el candidato conservador Nicolas Sarkozy, podría pasar a la Historia como la primera presidenta de Francia y en cualquier caso, como la primera fémina que osó inmiscuirse en terrenos reservados a los hombres de este país.

Con un estilo personal y atrevido y métodos que chocan con el inmovilismo de la vieja guardia socialista francesa, Royal, de 53 años, ha movido los cimientos de la izquierda y ha protagonizado una campaña electoral singular. Madre de cuatro hijos, Royal reivindica su condición de mujer y promete que con ella en el poder “la política nunca volverá a ser como antes”.

“Asumo mi identidad de mujer y hago política de otra manera”, aseguró recientemente. Deseosa de encarnar una renovación serena, tenaz y audaz de la izquierda, Royal ha recorrido toda Francia en los últimos meses para escuchar las angustias y expectativas de los franceses. Es lo que la candidata llama “democracia participativa”.

   “Conmigo, los jóvenes estarán protegidos, los problemas de los suburbios marginales se resolverán, la economía será impulsada y el diálogo social quedará restablecido”, prometió.

   Tres veces ministra, diputada desde hace 20 años y presidenta regional, Royal fue elegida candidata de los socialistas en noviembre de 2006, pasando para ello por encima de dos pesos pesados de la formación como los ex ministros Laurent Fabius y Dominique Strauss-Kahn.

   Bonita, elegante y sonriente, esta francesa se convirtió así en la nueva imagen del Partido Socialista francés, dividido y a la deriva desde su estrepitosa derrota en la primera vuelta de las elecciones presidenciales de 2002.

   Sin renunciar al proyecto socialista, Royal no ha tenido reparos en adentrarse en cuestiones polémicas que provocan la división en su partido, como la duración de la jornada laboral, el papel de Francia en Europa, la identidad nacional o la igualdad entre sexos.

   Algunas de sus propuestas, como la de que cada ciudadano tenga una bandera nacional en casa y sepa cantar el himno francés, la Marsellesa, hasta el final, le valieron el calificativo de demagoga.

   “Ségo” como es llamada familiarmente en Francia, fue criticada además por la falta de ideas propias, su inexperiencia en materia internacional, su individualismo y su tendencia a olvidar en ocasiones el proyecto socialista.

   En los últimos días, la candidata fue de nuevo objeto de ataques de sus adversarios por su acercamiento al electorado de centro, cuyo apoyo necesita para ganar las elecciones el próximo domingo.

   Pero el fenómeno Ségolène, apodada cariñosamente “Zapatera” en referencia al presidente del gobierno español, el socialista José Luis Rodríguez Zapatero, despertó una gran simpatía y curiosidad internacional en un momento en que las mujeres acceden al poder en Chile, Alemania y Liberia y planean dar el salto en Estados Unidos o Argentina.

   La líder socialista es compañera sentimental del primer secretario del partido, François Hollande, y madre de sus cuatro hijos, una situación que le ha valido numerosas críticas y burlas.

   Royal nació en Dakar (Senegal), donde su padre estaba destinado como militar. Es la cuarta de ocho hermanos y recibió una educación católica muy estricta de la que posteriormente tomó distancia, aunque sigue teniendo un sentido muy tradicional de la familia y la moral que ha quedado claro en su campaña.

   Después de estudiar en la prestigiosa Escuela Nacional de Administración (ENA), se afilió al Partido Socialista en 1978 y participó en la campaña presidencial de François Mitterrand en 1981.

   Entre 1982 y 1988, consiguió hacerse un lugar en el restringido círculo de colaboradores del fallecido presidente socialista y ocupó las carteras de Medio Ambiente, Educación y Familia.

   El punto que marcó el inicio de su vertiginosa ascensión fue su inesperada elección en 2004 como presidenta de la región de Poitou-Charentes (oeste).

Sarkozy cumpliría sueño

PARIS (AFP).- El domingo el candidato conservador Nicolas Sarkozy podría hacer realidad su sueño de convertirse en presidente de Francia, un momento por el que trabaja con ahínco desde hace años, convencido de reunir las cualidades para ser la persona que transforme este país.

Invulnerable, carismático, provocador, hiperactivo o desesperante: Nicolas Sarkozy, de 52 años, candidato más votado en la primera vuelta de estos comicios, el 22 de abril, provoca sentimientos encontrados, pero no deja indiferente.

El aspirante de la derecha se autoproclama candidato de la “ruptura”, promete un nuevo modelo social basado en el trabajo, el orden y la autoridad y se esfuerza en marcar las diferencias con la política llevada a cabo por su predecesor, Jacques Chirac, pese a pertenecer al mismo partido. Para sus partidarios, Sarkozy es un hombre de gran energía y honesto que sabrá dar seguridad a los ciudadanos y sacará a Francia de su actual crisis económica. Para sus detractores, el candidato conservador es un hombre que inspira miedo, totalmente inestable y brutal, que no tiene capacidad para presidir Francia, aunque sería capaz de casi todo para llegar a la jefatura del Estado.

   “Hace 25 años que las personas me conocen. Hace tiempo que se dicen que mi hora ha llegado. Yo pienso desde siempre a ello, incluso cuando nadie se lo planteaba: la presidencia de la República”, declaró Sarkozy hace un tiempo.

   Su defensa de la identidad nacional, su deseo de controlar, elegir y reducir la inmigración y la mano dura aplicada para reducir la inseguridad recordaron a menudo las propuestas de la extrema derecha, pero Sarkozy hizo oídos sordos y recordó que sus ideas reciben el apoyo mayoritario de los ciudadanos.

   Hijo de una abogada francesa y un inmigrante húngaro, Sarkozy, abogado de formación, tiene una experiencia de 30 años de vida política.

   A los 19 años ya dirigía las juventudes de la derecha francesa, a los 20 pronunció un discurso que dejó con la boca abierta a todos los viejos lobos de la derecha francesa y con menos de 30 fue elegido alcalde de Neuilly sur Seine, una ciudad burguesa a las afueras de París.

   La carrera a la presidencia de este político se inició realmente cuando asumió el liderazgo del partido Unión por un Movimiento Popular (UMP) en 2004.

   En los últimos meses, Sarkozy consiguió poco a poco los apoyos de los pesos pesados del partido, incluido el tibio respaldo del actual presidente, Jacques Chirac.

   Sus malas relaciones con el jefe de Estado se remontan a 1995, cuando Sarkozy lo “traicionó” defendiendo la candidatura de Edouard Balladur en las presidenciales en las que Chirac resultó finalmente vencedor.

   Ministro de Interior desde 2002 hasta marzo de 2007 (con una interrupción de varios meses en los que fue titular de Economía), Sarkozy dio una idea de cuál será el carácter de su presidencia.

   Sus declaraciones durante la violenta revuelta en los suburbios de París en noviembre de 2005, cuando llamó “escoria” a sus jóvenes habitantes, las afirmaciones despectivas hacia los musulmanes y su forma “elitista” de hacer campaña lo han convertido en “persona non grata” en estos arrabales donde la exclusión es dramática.

   Pero Sarkozy comenzó su campaña electoral asegurando “haber cambiado” con respecto al hombre que los franceses conocían y su tono se volvió todavía más conciliador tras la primera vuelta. El político asegura ser objeto de una terrible campaña de ataques y se presenta como el candidato “del pueblo francés” y de “todos los franceses”.

   Sin embargo, la prensa de izquierda le reprocha su incapacidad de soportar la crítica y su afán de controlar todo lo que se mueve a su alrededor, comenzando por los medios de comunicación, y se preguntan qué será capaz de hacer cuando sea presidente.

   La única mancha en esta carrera fulgurante del candidato de la UMP hacia la presidencia ha sido la crisis matrimonial con su segunda esposa Cecilia, de origen español, con quien tiene un hijo.

   Oficialmente, la pareja sigue existiendo, pero los rumores sobre su verdadera situación se multiplican. El candidato prometió explicarse al respecto “después de las elecciones”.

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