POR TOM BRAITHWAITE
En París
El gobierno de Francia rompió su controvertida reforma laboral ayer lunes, al ceder a la presión mantenida por sindicatos y estudiantes que atrajeron millones a las calles, en ocasiones, con manifestaciones violentas. 

Dominique de Villepin, el primer ministro francés que insistía en que la ley que le conducía no sería descartada, se vio obligado a una incómoda retirada, al proponer la sustitución de la legislación original por “medidas que ayuden a los jóvenes en dificultades” a conseguir trabajo.

El contrato de primer empleo (CPE) está diseñado a hacer frente al desempleo crónico de los jóvenes de Francia, al permitirle a los empleadores despedir trabajadores de menos de 26 años después de un periodo de prueba de dos años, sin explicar los motivos. El gobierno esperaba que los empleadores preferirían contratar más trabajadores, si sabían que podrían despedirlos más fácilmente.

Y, por el contrario, el señor de Villepin está proponiendo ahora una serie de medidas menores, como programas de empleos subsidiados, capacitación y exenciones como ”reemplazo” a la CPE.

Los estudiantes y sindicatos habían batallado ferozmente contra la legislación, argumentando que conduciría a la inestabilidad de las personas jóvenes. Bruno Julliard, un líder sindical estudiantil, celebró ayer el anuncio del señor de Villepin como una “primera victoria determinante”.

Julie Coudry, otra líder estudiantil, instó al gobierno a admitir que la CPE está muerta. “La CPE murió, la CPE parece estar liquidada […] y yo creo que ellos tienen que tener el valor de decirlo claro finalmente”, dijo.

El señor de Villepin dijo que la CPE, que se había convertido en ley sin las negociaciones habituales con empleadores y sindicatos, había sido una respuesta medida para la tasa de desempleo de los jóvenes de Francia de 22%. Dijo que “lamentaba” que no hubiera sido “comprendida por todo el mundo”.

“Yo deseaba actuar rápidamente por la trágica situación y desesperación de muchos de los jóvenes que la necesitaban”, expresó. “Quería proponer una solución fuerte, porque tenía el convencimiento de que detrás de la acción necesaria del Estado, solo un mejor equilibrio entre una flexibilidad mayor para las compañías y una mayor seguridad para los trabajadores nos permitiría acabar con el desempleo en nuestro país”.

Ahora, el primer ministro está a la espera de que su popularidad se recupere de las bajas récords de las últimas semanas. Su tasa de aprobación de 49% en enero cayó a 25% el fin de semana. El presidente Jacques Chirac también sufrió bajas en las encuestas de opinión.

La crisis ha dejado a Nicolás Sarkozy, el ministro del Interior y más enconado rival del señor de Villepin relativamente ileso, y ahora es el favorito claro entre los políticos de derecha para las elecciones presidenciales del año próximo.

VERSION: IVAN PEREZ CARRION