Francia instaura el estado de emergencia para luchar contra la violencia

  Francia instaura el estado de emergencia para luchar contra la violencia

Por Philippe Vala
PARIS, Nov 8 (AFP) – El gobierno francés impuso este martes el estado de emergencia, exhumando una ley de la época de la guerra de Argelia, para tratar de contener la ola de violencia que ya dura doce días, con un saldo de 6.000 vehículos destruidos, cuantiosos destrozos materiales y que ha puesto en jaque al gobierno de Jacques Chirac.

   La ciudad de Amiens (norte) y sus alrededores, por decisión del delegado del gobierno en el departamento fue la primera en imponer el toque de queda a partir de la medianoche de este martes a los jóvenes menores de 16 años no acompañados en aplicación del estado de emergencia, aprobado este mismo día en un consejo de ministros extraordinario.

   Anteriormente, tres alcaldes habían impuesto el toque de queda en sus ciudades.

   Los prefectos, que representan al Estado en los departamentos, decidirán la imposición del toque de queda en las zonas afectadas por esta ola de violencia urbana, la peor desde Mayo del 68.

   Estas disposiciones, contempladas en una ley de 1955 promulgada durante la guerra de Argelia, estarán en vigor hasta el 20 de noviembre y pueden ser prorrogadas por el Parlamento si «las circunstancias lo exigieran».

   Estas medidas de fuerza se acompañan con las ayudas anunciadas por el primer ministro Domique de Villepin en la Asamblea Nacional (Cámara baja) para los suburbios desheredados, destinadas, en particular, a potenciar la creación de empleo mediante la creación de «zonas francas urbanas», que deberían incitar a las empresas a establecerse en ellas.

   También ha prometido aumentar el presupuesto para estas localidades.

   Pero las reacciones de algunos jóvenes en el terreno hacen pensar que el gobierno está lejos de ganar este pulso.

   «¡Vamos a la guerra!», decía un joven de una gran ‘cité’ (barrio de inmigrantes) de La Courneuve, en el norte de París. El toque de queda «significa que a partir de mañana empieza la guerra», decía Bob, hijo de un senegalés y una mauritana.

   Mehdi –no es su verdadero nombre– de 17 años, de otro suburbio de París, Trappe, asegura que tiene ganas de «hacer la guerra a la policía. Buscan pelea. Mientras que Sarkozy esté ahí, vamos a seguir quemando coches. Vamos a quemar la sociedad», advirtió.

   En el plano político, hasta ahora la oposición socialista se ha cuidado de no echar más leña al fuego.

   El presidente del grupo socialista en la Asamblea Nacional, Jean-Marc Ayrault, estimó que «en tales circunstancias, las formaciones democráticas deben saber concebir un pacto de no agresión» y que un toque de queda «puede  ser útil en algunos casos».

   Si esta medida fracasa, el ejército sería el último recurso para restablecer el orden en los suburbios de Francia donde los jóvenes, a veces con 12 ó 14 años, manifestan su rabia por la exclusión y la falta de futuro que les impone su origen magrebí o africano.

   A pesar de los constantes llamamientos a la calma, incluso de las autoridades religiosas musulmanas, la revuelta iniciada el 27 de octubre cerca de París, dejó la pasada madrugada 1.173 vehículos calcinados, la mayoría en provincia, y 300 detenciones. Y es que por primera vez los disturbios han sido mayores en provincia que en la región parisiense.

   Toulouse (sur) fue el principal foco de la violencia callejera la pasada madrugada, así como la región lyonesa (este) donde se incendiaron 104 vehículos y Saint-Etienne (este).

   Además de los vehículos, la ira de los jóvenes ‘guerrilleros urbanos’ tiene como objetivo los símbolos del Estado, en particular, las escuelas, los gimnasios o las bibliotecas.

   Hasta ahora, la violencia se ha cobrado la vida de una persona y ha dejado más de 6.000 vehículos calcinados, cuantiosos destrozos materiales en edificios públicos, escuelas, gimnasios o comercios y a cientos de personas en «paro técnico» en 300 localidades del país. La policía ha detenido a más de 1.550 personas -entre ellas un niño de 10 años- y de éstas unas 850 se encuentran en detención preventiva.

   En algunos suburbios, los habitantes han empezado a montar guardia en algunos edificios municipales.

   «Los jóvenes vienen y hablan con nosotros», explicó Willy Toure, que participó en una vigilia ciudadana cerca de París.

   «Al final han comprendido que no sirve para nada quemar nuestros bienes y los de sus padres», explicó

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