Francisco Alvarez Castellanos – Hambruna a la vista

Francisco Alvarez Castellanos – Hambruna a la vista

Si ustedes creen que estamos padeciendo una hambruna terrible, porque los huevos están a RD$103.00 el cartón que hace tres años costaba RD$28.00 (y que yo sepa las gallinas no están en huelga), prepárense para la que viene.

Después que Eligio Jáquez (sin adjetivos calificativos para no verme en un problema) ordenó la quema de los arrozales de Nagua, entre otros, puso la «primera piedra», para que el cereal empezara a subir de precio…¡y sigue subiendo! Claro, arruinó completamente la cosecha de otoño, exportó a Venezuela una cantidad que luego necesitamos y hoy estamos ante una perspectiva que golpea directamente el estómago de casi todo el mundo en este país, ya sea perredeísta, reformista, peledeísta o lo que fuera.

Ahora, ¿a qué se deben mis pesimistas palabras? Todo aquel que haga un vuelo de una hora por el valle del Cibao se dará cuenta en seguida. Los intensos y contínuos aguaceros han arruinado miles de tareas que estaban debidamente sembradas de productos de primera necesidad. Las presas del país están desbordadas y el colmo de la mala suerte sería que cedieran ante el empuje de las aguas y convirtieran el Valle Real en el Lago Real.

Habrá que esperar ahora tres cosas: primero, que cesen los aguaceros; segundo, que se empiece a sembrar de nuevo y tercero, ¡ cosechar lo sembrado ! Y para esto, habrá que esperar más tiempo de lo que los estómagos de los dominicanaos pobres, que son el 80 por ciento, pueden esperar.

O sea, como dos y dos son cuatro, cuando se acaben los plátanos y los víveres que proceden del Cibao, la zona más productiva del país, se armará «la de Dios es Cristo», la de «a correr tocan», etc.

Nunca ha sido más acertada que ahora la frase de «barriga llena, corazón contento». No importa que la gasolina esté rumbo a los cien pesos el galón, que por la electricidad cobren lo que les dé la gana a los responsables de mantener este país alumbrado, que los pasajes al exterior hayan aumentado en un 300 por ciento, etc. y muchos más etc.

Si la barriga se mantiene razonablemente llena, hay centenares de miles de personas capaces de permitir que «la cosa» siga como está. Pero visto todo lo que yo he visto en el Cibao, no va a ser así. Sin comida se muere la gente y sin medicinas tambien se muere. Entonces, salvo que este pueblo sea masoquista desde su nacimiento, esos centenares de miles de personas seguramente pensarán de otra manera dentro de unos meses.

Solo de pensar en lo de los arrozales quemados (algo jamás visto en este país), pienso en Eligio Jáquez, luego paso al PPH y termino irremediablemente en Hipólito Mejía, un hombre fundamentalmente bueno pero, primero, en muy mala compañía y, segundo, a quien han puesto a hacer algo para lo que no estaba debidamente preparado.

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