Francisco Alvarez Castellanos – ¡Respeten al Cardenal!

Francisco Alvarez Castellanos – ¡Respeten al Cardenal!

Me apena enormemente que una persona asaz inteligente, un intelectual de fuste, un individuo que por todo lo dicho está obligado a decir la verdad o, en último caso, a no distorsionarla por motivos que no quiero hacer públicos, irrespete a alguien como el cardenal Nicolás de Jesús López y Rodríguez.

Pero que un amigo de 42 años, compañero de tantas batallas periodísticas, que tuvimos maestros de la talla de un Germán Emilio Ornes Coiscou en la redacción de El Caribe (mis otros maestros fueron muchos más, pero en esta ocasión en la Escuela de Periodismo de la Universidad de Santo Domingo, no la autónoma actual en la cual yo fui maestro), repito, que un amigo y colega de esa categoría asegure que, y cito, «la oposición al presidente Mejía y su repostulación la encabezan el cardenal Nicolás López Rodríguez, etc…», no es más que un irrespeto enorme.

¡Dios mío!, hay que ser fanático, estar obnubilado por la política, haber perdido el juicio o algo por el estilo, para irrespetar de esa forma al hombre que ha tenido el honor de ser elegido para representar al mismísimo Papa Juan 23 en dos congresos mundiales católicos.

¿O es que el autor de la infeliz frase no sabe quien es Nicolás de Jesús López y Rodríguez, vegano como él y como yo? ¿No sabe su trayectoria religiosa desde que era niño y que luego de ser ordenado sacerdote trabajó en la catedral de La Vega como un humilde cura más? Mi madre, que lo veía oficiar diariamente la misa mañanera, le dijo una vez: «Nicolás, tú serás obispo». Y el joven sacerdote se sonrojó. Años después el Papa elegía a ese sacerdote obispo creo que de San Francisco de Macorís, y mamá fue una de las primeras en saberlo, porque el propio cura se lo dijo. Y mamá le respondió: «Y no pararás ahí, llegarás a arzobispo». Y a arzobispo llegó. Mamá, que tiene 98 años de edad, nunca le dijo que sería cardenal…¡ pero llegó, al morir monseñor Beras! Nicolás de Jesús López y Rodríguez antes que cura, obispo, arzobispo y cardenal, es dominicano, un dominicano de esos a los que les duele todo lo malo que le pasa al país donde nació. ¿Y quién es el valiente que atreva a decir que la República Dominicana no está pasando por el período más penoso de su historia bajo la presidencia de un hombre en el que casi la mitad de los votantes creyeron. Si Joaquín Balaguer, que en paz descanse, no hubiera traicionado a Jacinto Peynado en las elecciones del 2,000, habría habido una segunda vuelta y el candidato reformista, con los votos de los peledeísta hubiera derrotado apretadamente a Hipólito Mejía, una buena persona a la que la política y un montón de políticos corruptos, de primera y de segunda categoría, le metieron en la cabeza la descabellada idea de la repostulación presidencial y de que «aún falta mucho por hacer».

Claro que aún falta mucho por hacer, y faltará siempre, trabajo que tocará hacer al presidente de turno. Pero Mejía ha creído que él es el llamado a hacerlo todo, por encima de personas mucho más preparadas que él y, principalmente, obedientes al reglamento del PRD que no permite la reelección. La reforma constitucional se llevó a cabo principalmente para eliminar lo de la no reelección, principio que tenía 69 años de vigencia en el PRD. Pero, ¿qué podemos esperar de un hombre que apenas tiene 13 o 14 años como militante perredeísta?

Ahora, asegurar tajantemente que el cardenal López y Rodríguez, un hombre bajo cuya sotana hay unos pantalones bien puestos (como se decía del padre Castellanos, quien fuera también jefe de la Iglesia dominicana), asegurar que ese ilustre prelado sea de los que «encabezan» la oposición a la repostulación de Mejía, es un atrevimiento, una falta de respeto casi soez, algo que yo nunca soñé que leería u oiría nunca. Pero acabo de leerlo y no salgo de mi sorpresa. Una amarga sorpresa, porque mi amigo no será un dechado de virtudes (políticamente hablando), más de ahí a referirse al cardenal en la forma en que lo hizo, hay una distancia abismal, espacial.

Yo conozco muy bien al autor de la frase. Desde que era jefe de redacción o algo parecido del periódico de Unión Cívica Nacional, hasta que llegó a El Caribe. Luego, siendo yo presidente, administrador, director de la Editorial La Nación, y al renunciar él a un cargo que tenía en el departamento de Prensa de la Presidencia (por motivos que guardo para mí), le di un empleo de co-editorialista en La Nación, algo que yo no necesitaba, porque los editoriales eran de mi exclusiva incumbencia.

Luego lo invité a él y dos colegas más a fundar CACHAFU, una revista de humor político que hizo época en este país. Trabajamos juntos un tiempo, luego nos separamos y seguimos diferentes caminos. Pero nunca dudé de su percepción política, porque sabía mucho de eso por experiencia propia.

Una vez veníamos de Puerto Plata, a donde lo había invitado a pasar un fin de semana en la casa de mis padres y, al regreso, «me bajaron las musas» y le pedí que copiara lo que le iba a dictar. Lo que le dicté fue unos versos al Santo Cerro, que aún declamo cuando me invitan a algún recital.

Pero esta acusación al cardenal López Rodríguez es imperdonable. El cardenal, como yo y como el 80 por ciento de la población, defiende a los pobres que mueren por no poder comprar las medicinas que necesitan ni la tienen los hospitales públicos; el cardenal critica que la comida ya no esté al alcance de esa masa hambreada al que Mejía se comprometió a recuperar no a agravar; el cardenal no puede comprender los precios de la energía eléctrica, el endeudamiento increíble del país en tres años y medio, la situación general de precariedades infinitas que vive el país, gracias al gobierno de Hipólito Mejía y sus adláteres, que parece que no se dan cuenta hacia donde están llevando este país. Pero cuando lo sepan, ya será tarde para ellos, para sus familias y para todo el país.

Yo espero, desde el fondo de mi alma, un pequeño artículo del autor del «análisis político» en el que se irrespeta al cardenal. Y lo espero del mismo autor de ese «análisis». Y en el mismo periódico.

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