Francisco Alvarez Castellanos – Y si cruzan, ¿qué pasaría?

Francisco Alvarez Castellanos – Y si cruzan, ¿qué pasaría?

Jean Bertrand Aristide ha «advertido» al Gobierno Dominicano que el conflicto haitiano (guerra civil, ese es el nombre del «conflicto») afectaría de manera directa a la República Dominicana.

Esa «advertencia» tiene otro nombre: «chantaje». A juicio del ex-sacerdote salesiano y hoy «papa» de los vuduístas, no significa otra cosa que los haitianos en plan de refugiados pudieran cruzar por cientos de miles la frontera y ocupar territorio dominicano a la fuerza.

Me dispuse a analizar el fondo de las palabras de Aristide y de inmediato caí en la cuenta de algo sumamente grave.

Bueno, supongamos que sí, que una oleada enorme de haitianos, huyéndole a la guerra civil que está acabando de destruir lo poco que tenía Haití de valor, empiece a pasar nuestra frontera.

Se ha anunciado que las Fuerzas Armadas custodian casi cada metro de fronteras y que hay armamento pesado y hasta aviones de combate en determinados lugares.

Pero, ¿ cuál sería la actitud de nuestros soldados de producirse esa oleada de refugiados ? He aquí el detalle.

Me niego a creer que se quiera detener a los que vienen del otro lado a tiro limpio, porque la mortandad haría historia. Pero, ¿ díganme si es posible arreglar el asunto simplemente hablando ?. Hablando no nos vamos a entender, porque, primero, hablamos idiomas diferentes y, segundo, el que le huye al hambre, la represión y hasta a la muerte, no se para a hablar con nadie. Entonces, ¿ qué hacer ?

Bien, aunque sea ya un poco tarde, lo único que se puede hacer, en un futuro próximo, es lo mismo que están haciendo Estados Unidos, en su frontera con México e Israel en su línea divisoria con Cirjordania y parte de la franja de Gaza.

¡ Un muro ! Si no se puede, alzar una «cerca» de alambre de púas electrificada, o poner cualquier otro obstáculo racional para impedir que millones, óiganlo bien, millones de haitianos infelices muertos de hambre, enfermos e incluso perseguidos políticos, pasen para este lado y lleguen hasta Cabo Engaño, poblando nuestras ciudades y campos fértiles.

La inmensa mayoría busca trabajar honradamente, en lo que aparezca, pero muchos trabajos que pudieran ser realizados por dominicanos irían a parar a manos de haitianos que cobran mucho menos que los criollos.

Pero, ¿ y qué me dicen de las enfermedades ? Hace unos días me paré a comprarle a un frutero haitiano una «mano» de guineos. Fijándome en el rostro del frutero reconocí una enfermedad que hace años fue erradicada del país: la buba. Y ni hablar de la tuberculósis, del SIDA, de la malaria y pare usted de contar.

Además, serían millones de bocas que alimentar, cuando precisamente en este país se está pasando hambre, donde los alimentos cuestan cada día más caros y los salarios no dan indicio de subir.

Ahora, lo que más me preocupa es la actitud que tomarían nuestras Fuerzas Armadas si se vieran compelidas a rechazar la clase de invasión pacífica con la que nos ha amenazado Aristide. Esa pregunta no me la puede contestar nadie en forma racional. Entonces, ¿ qué hacer ?

Las Naciones Unidas, la OEA y los países «amigos de Haití», dígase Estados Unidos, Canadá, Francia y Venezuela, deben «inventarse» algo para evitar una situación que, de producirse, estremecería al mundo entero y el holocausto que cometieron los nazis con los judíos, durante la segunda guerra mundial, pasaría a un segundo lugar en cuanto a genocidios se trate.

Así que quizás tengamos tiempo de salirnos de la trampa que se nos ha tendido. De lo contrario, el futuro no nos depara nada bueno y mucho menos honroso.

Y, a todo esto, no hemos visto al Gobierno tomar una medida sólida que no sea el envío de nuestras Fuerzas Armadas a la froentera, donde no harán absolutamente nada sino acampar, como si se tratara de un ejercicio cualquiera.

¿ En buenas manos está el pandero ? Lo dudo mucho señores, y más después del inusitado discurso pronunciado por el presidente Mejía en la Asamblea Nacional, un discurso de «rendición de cuentas» que, de haber sido efectivamente «de cuentas», hoy estuviera el preso «ñango».

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