POR RAFAEL SOLANO
A Lidia y María Amalia León
En toda acción de arte colaborativo yace el principio de la confraternidad. Y qué manifestación artística puede desenvolverse sin esta colaboración, preciado componente de la convivencia y condición ineludible de la misma existencia.

Crear, recrear la belleza, el mismo vivir, implica lazos de unión firme, sostenida,  brazos extendidos hacia el prójimo; y en cada giro se refleja desnuda el alma de unos y otros. Así es.

El pensamiento se inquieta de gozo y el corazón se sublimiza ante estas arabescas del sentimiento, reflejadas precisamente desde el fondo del alma. Grupo de amigos atados de exaltación artística, fiesta de versos anclados a finas melodías y acordes vibrantes, canto iluminado, todos marchando hacia un bien delineado fin en vista: realizar una colección de canciones, poemas musicalizados escritos por Lidia León y su hermana María Amalia. Las notas musicales, entretejidas por el compositor Héctor Martínez Cabruja, tutelado el conjunto bajo el signo de la capacidad de un grupo de arreglistas de la talla de Manuel Tejada y Bienvenido Bustamante. Estos, conforman el elenco productor de la presente muestra; todos celebran jubilosos la oportunidad de coincidir en este espacio encantador que dio lugar a este disco.

La voz solista de esta trama es el gigante lírico Francisco Casanova, quien pone en franca exposición todo el talento que le ha valido su gloriosa ascensión a los más exigentes escenarios de la ópera mundial.

Con todo lo anterior, vale la pena dar cabida en el entramado de nuestras mejores grabaciones, a esta bien armada producción. Letras sutiles de fondo espiritual, melodías astutas, arreglos bien calculados, canto delirante y grabación de técnica modernista. Su título no puede ser otro: “Reflejos del alma”.