Francisco Castillo, un abanderado
de la excelencia en el servicio hotelero

Francisco Castillo, un abanderado <BR>de la excelencia en el servicio hotelero

Alejado de poses gerenciales y aires arrogantes, Francisco Castillo es la antítesis del alto ejecutivo que desde su encumbrada posición e inaccesible y discreta oficina sólo planifica «las reglas del juego» y delega en los subalternos la tarea de ejecutar.

Él es diferente, ya que además de crear las reglas de ese «juego», que desde siempre ha amado y practicado, no sólo dicta las órdenes, sino que se integra y forma parte del gran equipo que lo acompaña en la ejecución de las mismas.

Ese «juego» siempre ha sido las actividades hoteleras, a las cuales se dedicó a partir de 1966, época en la que estudiaba su carrera de Administración de Empresas Turísticas en Palma de Mallorca, España, y al mismo tiempo le llegó la oportunidad de trabajar en un importante hotel, hoy desaparecido.

Desde entonces, este español, oriundo de La Mancha, «no cesó en su formación académica y en forjarse como experto en las áreas turístico-hoteleras, ya que en sus tiempos libres estudiaba idiomas, aprendiendo a la perfección francés, inglés, alemán y sueco».

Eso nos cuenta este hombre de temperamento apacible, jocoso y abierto, quien visitó por primera vez a la República Dominicana de vacaciones en 1990, sin soñar que más tarde sería un manchego casi dominicano, hechizado por la espontaneidad, alegría y autenticidad de los nativos de Quisqueya.

Posteriormente, su preparación le permitió llegar a este país como ejecutivo de la mano de la importante cadena hotelera española Sol Meliá, en el año 1995 y como equipaje traía consigo el propósito de desarrollarse aún más como profesional en el ámbito internacional, fuera ya de la Madre Patria, según narra mientras eleva sus ojos y pierde su mirada en el verdor y los profusos jardines del hotel Paradisus, que eran testigos de la conversación.

A partir de la fecha, formó parte de la dirección del hotel Paradisus Punta Cana, que es la marca de lujo exclusiva de Sol Meliá Hoteles, situado en Bávaro y que iniciaba sus operaciones en ese mismo año, siendo Castillo su director residente, pero sus dotes le permitieron ascender rápidamente a director gerente de ese confortable y exquisito complejo.

Desde entonces, y hasta la fecha es la cabeza de este hotel, distinguiéndose por ser un gerente de puertas abiertas, que no se aísla dentro de las paredes de su oficina, porque su despacho son todas las instalaciones del Paradisus, las cuales recorre constantemente, en donde escucha y conversa con huéspedes, empleados y todo aquel que a él se acerque, sin diferencias, ni formalismos, porque la sencillez, don de gente y el calor humano, son sus distintivos gerenciales.

Así es Francisco Castillo, un ejecutivo menudo y llano, pero cien por ciento visionario y estratega a cabalidad, que confía rotundamente en un aliado, que es el servicio de calidad total, lo que abarca eficiencia y trato personalizado para llenar y superar todas las expectativas de los visitantes, quienes no buscan solamente sol y playa, sino esas atenciones.

Por eso, define a Sol Meliá y a Paradisus como marcas de desarrollo y proyección, con garantías de calidad y renovación constante, y manteniendo como su gran reto profesional que Paradisus Punta Cana continúe siendo el número uno en la preferencia del público, sin que sea superado por ningún otro hotel.

Para lograrlo siempre se propone como meta, satisfacer absolutamente a los visitantes, en todos los aspectos, aplicando para esto lo que llama «las reglas de oro que dicta la hotelería en cuanto a la hospitalidad se refiere, entre ellas: que los huéspedes se sientan bienvenidos y totalmente a gusto; solucionarles o contribuir con algún problema que se les presente, además de llenarles todas sus expectativas, y crear la fidelidad entre los visitantes y el hotel».

Pero esto lo consigue con la ayuda del gran equipo de hombres y mujeres que diariamente reciben entrenamiento sobre técnicas de capacitación, sobre el servicio hotelero y que constituyen su gran soporte de trabajo.

MAS PERSONAL

De igual modo, Francisco Castillo cuenta en el plano personal con un gran soporte, su esposa, a quien conoció en plena faena laboral, mientras conversaba con una huésped. Es así como ambos inician una amistad, sin pensar que luego quedarían presos en el cerco de flechas que les había tendido el gran Cupido.

Hoy, Francisco Castillo es padre en espera, de una criatura que anhela sea varón –dice con alborozo–, y que lleva en su vientre la dominicana Patria Ovalles, capitaleña y experta en dermatología estética.

Como hombre dedicado a las empresas hoteleras, sueña con dedicar la postrimería de su vida a transmitir a otros las experiencias y conocimientos que ha adquirido a través de sus años en el ejercicio profesional, sobre todo aquello que jamás se encontrará en libros ni manuales, sino que se aprende en cada momento de crisis, en cada día que surja con algún imprevisto y más aún, con cada visitante, que es único y particular. Asimismo, anhelaría dejar por escrito todo lo referente a la calidad en el servicio hotelero y las decisiones que se toman y las medidas que se aplican en momentos difíciles, las cuales producen los más exitosos resultados.

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