FRANCISCO CERÓN
Un munícipe distinguido recordado por su filantropía y su bondad

<STRONG>FRANCISCO CERÓN<BR></STRONG>Un munícipe distinguido recordado por su filantropía y su bondad

Por ÁNGELA PEÑA
Una antigua calle de la zona colonial es el reconocimiento a la filantropía que caracterizó su vida, principal rasgo por el que le recuerdan los pocos que tienen referencias suyas. Pero de Francisco Cerón, fundador y primer “Noble Grande” de la primera logia de habla hispana en América, no se conoce biografía.

Una foto que sirvió de modelo para esculpir su fisonomía desapareció. Nadie sabe el destino de sus restos mortales a pesar de que hay una fosa común para pioneros del odfelismo. Le sobrevive un descendiente lejano que ignora el historial de su insigne antepasado.

 En el barrio San Miguel era un patriarca al que acudían enfermos, limosneros, huérfanos, viudas y deudos de difuntos en procura de ayuda para velatorios y funerales. En la calle El Conde, donde trabajó sin descanso, ganó aprecio por sus obras de caridad y por la cantidad de niños de la calle a los que dio albergue.

 Otro detalle que lo hizo familiar entre cronistas de otros tiempos fue el haber sido abuelo de un  sobresaliente artista cuyas virtudes consideran digna herencia del ilustre antecesor: el doctor José Dolores Cerón, “que se destacaba entre la pléyade de notables músicos nacidos y educados en esta tierra”, escribió Heriberto Pieter en su “Autobiografía”, único libro en el que se han encontrado breves alusiones a Francisco Cerón.

 Luis Alemar lo cita como miembro de la “Junta constructora del Parque de San Miguel”, organizada en 1893, lugar luego designado como “Plaza de la Restauración”.

 Sobre él conversan Juan de la Cruz Germán, Miembro Ad Vitam de la Gran Logia del Distrito Número Uno y de la oficialidad de la Respetable Logia Flor del Ozama, en cuya primera acta aparece la imponente firma de Francisco Cerón. También ofrece algunas pinceladas de la vida del reconocido bienhechor, José Dolores Guerrero, Secretario Permanente de la institución.

Un misterio

“En la orden hay un gran misterio, no hay fecha de nacimiento exacta de ninguno de estos fundadores. Es extraño, porque Francisco Cerón fue un Gran Maestro. Parece que se vivió un proceso de mucha reserva, no hay ningún secreto entre nosotros, como se piensa, pero esos miembros se cuidaban de dar ciertos datos. De esta logia no se hablaba en la calle”, significa de la Cruz Germán.

 Cerón, agrega, fue el primer “Noble Grande”, luchó por los principios, pero no dejó un dato para la posteridad. Tenemos un gran mausoleo en el cementerio de la avenida Máximo Gómez y ni ahí reposan sus despojos”.

 En la fachada de la sede hay una tarja donde figura el nombre de Francisco Cerón y a la entrada se exhibe un busto. Guerrero afirma que “como un gran munícipe, Francisco Cerón se entregó en cuerpo y alma a esta Logia, y a la Orden, en sentido general”.

 Pero “estos hermanos no le decían ni a su familia dónde era que se reunían”, afirma Juan de la Cruz Germán. Manifestó que muchos de los antiguos libros se perdieron o se deterioraron. “Para haber escogido a Francisco Cerón como “Noble Grande” de la primera Logia de habla hispana, tenía que estar revestido de principios morales, éticos y humanos, ya que nuestro lema es amistad, amor y verdad. Sabemos, además, que él se identificaba con acoger huérfanos, viudas, hermanos en desgracia y con dar cristiana sepultura a nuestros muertos, esa era parte de su mística”, explicó.

 Lamentó no contar con detalles biográficos del personaje. “No sabemos ni dónde está enterrado, siendo el Primer Noble Grande de esta institución con 122 años de instalada. Hemos hecho contactos en ese sentido, pero infructuosos. Aquí tenemos a un descendiente, Víctor Montás Cerón, pero él no tiene información sobre Francisco Cerón”, dijo.

 La Respetable Logia Flor del Ozama fue fundada el 28 de noviembre de 1885. La instaló Henry C. C. Astwodd, “Noble Padre”, precursor de las logias odfélicas en América y cónsul en República Dominicana, relataron. Estuvo localizada en la hoy Arzobispo Meriño esquina Restauración; en la avenida Mella esquina Hostos y actualmente está ubicada en la Vicente Noble. En esos traslados piensan los venerables maestros que “pudo haberse perdido documentación”.

 Además de Francisco Cerón, en el acta original figura la firma de Juan Sánchez Jiménez, como secretario permanente, y alrededor de 25 miembros más. Tanto de la Cruz Germán como José Dolores Guerrero aseguran que Cerón era descendiente de holandeses. En la histórica membresía abundan  apellidos de extranjeros que ellos afirman eran cocolos.

La calle

 El dos de diciembre de 1941, el Consejo Administrativo del Distrito de Santo Domingo reconoció la labor de Francisco Cerón como Regidor del Ayuntamiento, “desde cuyo sitial se preocupó por el progreso de esta ciudad, muy especialmente por el de la barriada de San Miguel”

 Tomó en consideración, además, “todos los esfuerzos que agotó en provecho de la colectividad” y “su vida social ejemplarizadora, que se distinguió siempre por su bondad y espíritu altruista”. En consecuencia resolvió denominar “Francisco Cerón” la calle que se extiende de Este a Oeste, entre las “José Reyes” y “Duarte”. Anteriormente esta vía era llamada “Ozama”.

 Juan de la Cruz Germán y José Dolores Guerrero consideran que el homenaje es “más que merecido”. “Claro, solamente por haber sido el “Noble Grande” de la Respetable logia Flor del Ozama, es acreedor de ese tributo, pero también por la entrega altruista a la que se dedicó Francisco Cerón”.

“Especialista en ataúdes”

 La otra mínima referencia sobre Francisco Cerón es la que publicó en 1972 Heriberto Pieter, que siendo pequeño fue su vecino. Hablando de una casa cercana a su domicilio cuenta: “En ese mismo edificio, hoy marcado con el número 2 de la calle “El Conde” se oían las faenas diarias y nocturnas en el taller del maestro Don Francisco Cerón, carpintero especialista en ataúdes y arduo asistente a la mayor parte de los actos de beneficencia, tales como velorios y sepelios de sus amigos o de algunos de sus clientes”.

 Añade: “Para honrar su memoria, muchos años después de su muerte, uno de los ayuntamientos de esta Capital marcó con su nombre a una calle del barrio “San Miguel” en donde crió distinguida familia. Uno de sus nietos es el Dr. José Dolores Cerón, fue mi discípulo en la Facultad de Medicina a la vez que se destacaba entre la pléyade de notables músicos nacidos y educados en esta tierra”.

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