Francisco Ortiz – Plátano, huevo y chicle

Francisco Ortiz – Plátano, huevo y chicle

Era la época en que con lo que se compraba un chicle se podía comprar un plátano y un huevo, pero el mandatario no se había percatado aún de los trabajos que pasaba una gallina para poner un huevo; y aún faltaba mucho por hacer.

Ricos y pobres celebraban los chistes del jefe de Estado, quien en ese momento parecía gobernar para todos, sin olvidarse de los suyos. La relación del gobernante con la iglesia, representada en «curitas» y «curotas», estaba en su peor momento. Pero el verbo se hizo carne y el mandatario comenzó a abrirse frente con sectores empresariales, de la prensa, sindicales y religiosos. al punto que en una ocasión fue necesaria una condecoración de emergencia a un «Curota» para subsanar un impasse con la iglesia.

Luego el gobernante le cogió el «gustico» al carguito e inició una carrera a paso de vencedores, para tratar de mantenerse allí más allá de lo previsto; a pesar de que una parte de los suyos no estaba de acuerdo con la idea. En esta carrera se fue eliminando la moneda nacional, aunque lo que el mandatario había prometido eliminar era la pobreza; la que no solo se mantenía viva sino que aumentaba cada día; con el ingreso de nuevos miembros, procedentes de la clase media, quienes estaban siendo empujados hacia esa franja de la sociedad.

Con el debilitamiento progresivo del peso, todos los viernes se producían importantes incrementos en los precios de los combustibles, y consecuentemente en los precios de todos los productos y servicios que se vendían en el país. Por primera vez en la historia nacional, los supermercados habían tenido que contratar un personal para cambiarles los precios a los productos que vendían. Esto ocurría en un gobierno con rostro humano, en el que se quemaron los campos de arroz, meses antes de determinar cuantos de granos tiene una libra del cereal.

Fue así que se terminó de unir la macroeconomía con la microeconomía; pero no para que «boroneen» los de abajo, ni los de arriba ni los del medio; sino para que todos padecieran una crisis económica que impedía que los de abajo y una parte de los del medio, pudieran comprar los productos que vendían los de arriba y la otra parte de los del medio; quienes en consecuencia, tenían que cerrar sus empresas y comercios.

Pasado el tiempo se logró reivindicar a la gallina, al huevo, al plátano; y con ellos a la agropecuaria en general; y llegó el día en que con lo que se compraba un plátano y un huevo, se podían comprar seis chicles.

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