François Truffaut

François Truffaut

 LA SAGRADA INTELIGENCIA FRANCESA,  DE UN EGO LÍRICO, SOÑADOR E INOFENSIVO

El sentimiento de la no pertenencia al afecto, la misma orfandad y sus secuelas, marcan la entrada de François Truffaut al cine contemporáneo, el festival de Cannes de 1959, premia su película los 400 Golpes (Les quatre cents coup, 1959). El legado de Truffaut visto 30 años después de su desaparición, pesa en la historia del cine y sus contornos.

LA VIDA Y EL CINE COMO UNA NOVELA, EL TRUFFAUT DEL DESAMOR

Cuando un ser humano le paga a un inspector para averiguar su paternidad, siendo ya un ícono del cine mundial, no hay que ser ni Jung ni Freud, para deducir el dolor interior que tantas películas de François Truffaut han derramado sobre nosotros, ya sea en clave Poética y Trágica (Jules et Jim, 1962) o en clave de búsqueda, una paternidad perdida y nunca encontrada, El Niño Salvaje (Le enfant sauvage, 1969)…

Al margen de que el cine francés tiene una larga tradición de narrar la vida adolescente, pienso en aquel medio metraje de Jean Vigó llamado “Cero en Conducta” (Zero en Conduit 1933), del que los 400 Golpes tiene una influencia clara y neta y, si algo nos ha enseñado François Truffaut, es que el cine del pasado siempre sirve para algo, para calmar nuestras pupilas entre el llanto que asoma y el alma que en la oscuridad se agolpa, con la impotencia emocional correspondiente.

Ahí aparece entonces la vida paralela de un alter-ego: Antoine Doinel, adolescente en los 400 Golpes y cuyo crecimiento seguiríamos en películas como El amor a los 20 años (1962), Besos Robados (1968) y Domicilio conyugal y El Amor en Fuga (1979). El actor de esta serie, Jean Pierre Leaud, que a los 14 años es el actor de los 400 Golpes, tuvo una carrera accidentada, al final el paternalismo de Truffaut reproducido en él, le agotó sicológicamente.

¿Por qué Truffaut era el ídolo por excelencia de legiones de jóvenes en el mundo? ¿Por qué Jocelyn Caminero, Sonia Silvestre, José David y Pedro Pablo Paredes lo idolatraban?..

En nuestro Cine Club, todos lo hicimos, quizás porque en su cine, la fuerza de la rebelión humana tiene que ver con la alta complejidad de los sentimientos en las relaciones entre los seres humanos y su búsqueda del amor y el afecto, a como diera lugar.

Para François Truffau, el cine entonces se convertía en cine y novela al mismo tiempo. O en todo caso, un cine de gran novela de la vida, donde lo cotidiano como detalle esencial del gesto y los rostros, era un código a descifrar en aquel universo donde recordar era un imperativo necesario y lúdico.

¿Entonces? El cine de François Truffaut, evadiendo las trampas del sicologismo fácil y fatigante, se hizo fresco a nuestra memoria de la mano de un Chef-de file, quien con sus ideas revolucionó el cine de post guerra, dándole a Francia nombre y un lugar privilegiado en el semillero de las ideas nuevas para el cine de hoy.

El espacio de los sentimientos y las emociones no le impidieron crear la ideología de los autores como criterio base de la creación fílmica, agregando a ello una inusitada pasión y frenesí a la cinefilia, como cura del alma y del tiempo mancillado por el amor extraviado, donde las mujeres aparecen en sus películas con la ternura que el autor reivindica como expiación del viejo conflicto maternal, escondido en cada rincón de sus guiones y puesta en escena.

FRANÇOIS TRUFFAUT ENTRE LA CINEFILIA ABIGARRADA Y LA NUEVA OLA TEÓRICA Y CRUJIENTE DE LA POST GUERRA

Lo mejor del arte es la intimidad, lo mejor del arte es la pertenencia consentida que cada quien hace de lo que lee o lo que ve, en este caso me refiero al cine.

El amor al cine, el amor al jazz, con aquella pasión desenfrenada, nos coloca en la dimensión de los seres que tienen otras capacidades para interpretar el mundo que nos rodea, dejando claro que nuestra mirada va más allá que las banalidades que la falsa realidad ofrece, pasamos por el pensamiento y la sensibilidad y sometidos al paraíso constante de la oscuridad que es la luz del cine, nuestra mirada se agudiza de tal modo, que podemos distinguir con claridad de autodefensa todos aquellos ejércitos de ciegos con ojos abiertos. Amar el cine se convierte entonces en una bitácora añorada que nos guía hacia la arcadia que François Truffaut inventó para el bien de millones de seres humanos: la cinefilia frenética y de escalofríos.

Animador cultural en 1947, fundador de cine clubes fracasados, sus primeros textos los publica en Travail et Culture (Trabajo y Cultura).

Luego vendría la teoría que tendría su origen en su relación paterno-intelectual con un crítico de doctrina cristiana, André Bazin, cuyos primeros textos serían la guía de un François díscolo, lector que desde los años 50 entendía que su oficio podría ser el cine como crítico practicante, guionista y director.

Conoce a Roberto Rossellini en 1956 y le admira, en cierta manera no creo que Rossellini haya sido un personaje tan distante de Bazin, ya que los dos eran católicos practicantes y humanistas protectores. Pero infiero que siendo ya Roberto Rossellini una figura internacional, el gran autor de Roma Ciudad Abierta (Roma Cittá Aperta o para los franceses Rome Ville Ouvert, 1945), una de las películas que marcan rupturas e imponen una reflexión pura sobre las características del Neo-Realismo Italiano.

No es casual cuando aparece la revista Cahier Du Cinema en 1954, que sea François Truffaut entre otros (Eric Rohmer, Jean Luc Godard, O Alexander Astruc), el que escriba sobre directores de cine que ellos comienzan a valorar como autores en sí mismos, al margen del conjunto del equipo que hace una película, en plena guerra fría nace la política de autor, desde entonces se piensa en Alfred Hitchcock, Ingmar Bergman, Howard Hawks, Frizt Lang, Kenji Misoguchi, Yasuhiro Ozu y el propio Roberto Rossellini.

Con esta teoría, nacida del estudio constante de películas de estos autores y publicados en Cahier, la tesis del cine de autor es el mejor aporte que ha hecho la Nueva Ola Francesa a la historia del Cine mundial. Esas ideas valoraban y valoran al director como el único responsable de la obra fílmica, demiurgo total por encima de todos los miembros del equipo.

Teoría compartida y que en la actualidad del siglo XXI incluiría al margen de directores europeos conocidos (Lar Von Trier, Jeri Menzel, Istvan Szabó), a muchos directores coreanos que han enriquecido con su nueva estética la teoría del cine de autor, ellos son: Kim Ki-duh, Shin Sang -Ok. Lee Jun ik, entre otros.

François Truffaut, militante del mayo del 68 en Cannes, como siempre la cabeza con su carisma, contribuyó al nacimiento de un movimiento que originó la sección paralela del festival, en medio de las turbulencias del mayo del 68, me refiero a la Quincena de Realizadores, independiente y libre de censura.

 

CONTINUARÁ.

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