Frank Comarazamy, paradigma

Frank Comarazamy, paradigma

El día cuatro del presente mes de octubre, Francisco Comarazamy Rangazamy cumplió su primer siglo de existencia fructífera como paradigmática, y los que le amamos, admiramos y entronizamos desde tiempos remotos como ícono de los medios de comunicación, de la buena prensa escrita, no ocultamos nuestro íntimo regocijo.

Conocí a don Frank cuando hacía pininos y visitaba El Caribe de la calle El Conde número uno, en la etapa del segundo Consejo de Estado que presidía el jurista Rafael Bonnelly, en 1962, luego del trauma de liquidar la tiranía del generalísimo Rafael Leonidas Trujillo y el primer desembarazo del doctor Joaquín Balaguer que por intemperancia de Unión Cívica Nacional lo restituyó como el Ave Fénix con 22 años de despotismo ilustrado a lo Luis XIV.

La cosmogonía de don Frank siempre está conectada con la mesura, la palabra expresada en tono paternal, concientizándonos a todos de que nunca pretendiéramos ser más papistas que el Papa, que a los gobiernos hay que orearlos, no enfrentarlos, porque los gobiernos disponen de los mecanismos del poder, que para eso lo invisten los ciudadanos consultados en las urnas, o sin ese expediente, como aconteció desde 1930 hasta 1961. Que el rol de un comunicador debe orientarse siempre por la conciliación, la armonía, y procurar concretizar los problemas exentos de los protagonismos inconclusos que algunos pretenden arrogarse, sustituyendo el tema central por el personal. En esa cosmogonía universal, don Frank  ha sido un maestro y para ello,  nunca ofendió, nunca alzó la voz, nunca pronunció una “mala palabra”, y el mundo, aunque explotara a sus pies, no logró nunca modificar su serenidad de bonzo budista. Te amamos, querido Frank y te deseamos muchos años más de ejemplo, sabiduría, mansedumbre y paz. Eres dechado de todos. Amén.

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