Frank Moya Pons, Historia y narratividad

Frank Moya Pons, Historia y narratividad

Las distintas visiones que tienen los historiadores sobre cómo se “arma la historia” (G. García) o cómo se convierte la historia en un “arma» (M. Fraginals) para entender el presente es sumamente interesante, por no decir significativa. Ella marca una preocupación en la historiografía de cómo se construye el relato histórico. François Chatelet (1978), destaca la singularidad de “La guerra del Peloponeso” de Tucídides, frente a otros relatos que contaron los acontecimientos históricos olvidando que la historia debe decir el porqué o explicar las causas de los hechos.


Para Antonio de Herrera, el cronista mayor, el oficio de cronista era decir la verdad. Explicar y decir las cosas como sucedieron sin falsedades o sin la intervención de fábulas fue el dictum de los historiadores positivistas. En Alemania la historia surge a principios del siglo XIX, llamado el siglo de la historia, como un saber académico
Nada de eso se discute hoy. Y muchas de esas aguas no mueven molinos.

Nuestra contemporaneidad ha recreado la visión del pasado en una narrativa. La historia se analiza tomando en cuenta la forma en que se narra o se cuenta. En nuestro país, venimos de la historia positivista y romántica de José Gabriel García, un Michelet del Caribe, que nos legó un metarrelato nacional.

Luego los historiadores se han dividido alrededor de pocas propuestas que permitan ver su episteme.
Cuando se abrieron nuestros ojos a la vida social, la historia dominicana era la de Bernardo Pichardo (“Resumen de historia patria, 1921). Un relato que se impuso por más de treinta años dejando atrás otros relatos menores y olvidando a García. Todo el período de Trujillo fue dominado en las escuelas por la manera de Pichardo narrar y construir el relato. Luego vino la historia de Jacinto Gimbernard, que leí con avidez por la necesidad del cambio. Hasta que apareció en 1977 el “Manual de historia dominicana” de Frank Moya Pons.


Hijo del valle de La Vega Real, cuando joven había vivido los procesos de transformación de la historiografía dominicana en el siglo XX. Con la abundancia de impresos, la fundación del Archivo General de la Nación en Santo Domingo continuó una corriente documentalista de la historia que tuvo a varios de sus exponentes en la investigación de archivos en Sevilla. Nuevas narrativas de la historia nacional aparecieron después.

De estas se destacan la corriente de la historia económica y social, en la que el doctor Moya Pons ha participado con un relato alterno en el que se manejan distintas perspectivas y formas de acercarse al pasado dominicano.


Baste destacar el documentalismo de la historia tradicional, las polémicas de rectificaciones históricas que venían ya del siglo pasado y la aparición de una historia marxista que se atisba en la obra de Juan Isidro Jimenes Grullón (“La República Dominicana (análisis de su pasado y su presente)”, 1940 y en “Tres leyendas de colores”, 1948 de Pedro Mir. Luego sigue con innumerables obras, en la que se destaca “Historia social y económica de la República Dominicana” (1977), de Roberto Cassá.


Frank Moya Pons, quien ha sido este incansable investigador que ha presentado una nueva manera de narrar los acontecimientos y una nueva forma de ver el pasado dominicano, tiene en su bibliografía estudios sobre aspectos poco tratados entonces sobre la historia dominicana como sus libros “La Española en el siglo XVI”, (1971); La dominación haitiana (1822-1844), 1973; “La sociedad taína”, (1973); “Historia colonial de Santo Domingo”, (1974); “La vida escandalosa en Santo Domingo en los siglos XVII y XVIII”, (1976)… Textos que muestran a un autor imbuido en su taller y que perfila otra manera de ver la historia, pero también otra forma de narrar.

Su adscripción a la escuela de los Anales muestra su giro hacia una historia en que se estudia el problema capital de la dominicanidad: la construcción de una alternabilidad democracia; el problema de la deuda extranjera, el desarrollo de las estructuras económicas, la existencia de “ínsulas interiores” y la persistencia de una economía de plantación…


Cabe destacar entre sus investigaciones su obra cimera “Historia del Caribe: azúcar y plantaciones en el mundo Atlántico” (2008) en la que maneja la tesis de que el pasado del Caribe no se puede ver como una serie de discontinuidades. Entiende que aporta su libro “una narración global y comprensiva que integra la historia económica, social y demográfica de las Antillas en un solo volumen” (14). Dejando para luego aspectos importantes para entender la evolución social, como la vida cotidiana de los esclavos, la vida de sus familiares y mujeres, que trabajó luego en “La otra historia dominicana».


La importancia de “Historia del Caribe”, otra gran narrativa del nuestro mar interior no ha sido del todo reconocida. Debo decir que con “Biografía del Caribe” (1944), del colombiano Germán Arciniegas; “Historia de las Antillas” (1968), del español José Comas; “De Cristóbal Colón a Fidel Castro”, 1970, de Juan Bosch y “From Columbus to Castro. The history of The Caribbean, 1992-1969”, del trinitario Eric Williams, la narrativa de “longue durée” que presenta Moya Pons es un hito en nuestras narrativas históricas.

En su acercamiento presenta las continuidades y el papel que han jugado el azúcar y la esclavitud en la conformación de nuestro espacio caribe en diálogo con el Atlántico.
Cabe destacar en sus escritos el difícil acercamiento a la historia contemporánea. Digo difícil porque el historiador Américo Lugo en carta a Trujillo, donde se niega a tratar en la historia que escribe la Era del dictador, establece, siguiendo a Bededetto Croce, la diferencia entre crónica, como expresión del presente, e historia, como estudio del pasado.


Pero como dijo el mismo Croce: toda historia es historia contemporánea. Sobre este tiempo de nuestra historicidad, Frank Moya Pons publicó “Breve historia contemporánea de la República Dominicana” (México: Fondo de Cultura Económica, 1999). Por otra parte, los escritos de Moya Pons en “La otra historia dominicana» (2008) son también el intento de ligar el debate histórico a la cotidianidad. El doctor Frank Moya Pons nos convocó por la prensa a conocer una historia fragmentada mientras hilvanaba las continuidades de la historia del Caribe, unidas por la economía de la plantación.


Esta otra historia es más cercana a la historia de las mentalidades y completa aquellos elementos que se quedaron fuera de su relato de la plantación. Pero que tienen la importancia de ver otras continuidades en la evolución de las sociedades caribeñas. En este libro, el autor trabaja los orígenes, los comienzos coloniales, la alimentación, los primeros corsarios, el tabaco, los esclavos y sus enfermedades, los cimarrones, las mujeres en la colonia, los criollos, los problemas de la identidad, la agricultura y la plantación, entre muchos otros temas de interés.


Ya trabajado en “El pasado dominicano” (1986), Moya Pons dedica una parte importante de “La otra historia dominicana” a la demografía histórica. Conocedor de la historiografía del país, la que ha abordado en distintos momentos de su carrera como historiador, deja con sus obras una impronta definitiva en el debate sobre la historia dominicana.

Lo que se une a su participación de forma destacada en la historiografía del Caribe, presentando las nuevas corrientes de la historiografía actual, unida a una capacidad inusitada de narrador de los acontecimientos del pasado. En su nueva perspectiva, la historia dominicana ha unido el presente al pasado y este a una indagación del futuro como destino de los dominicanos. (continuará).

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