Frank Peña Pérez está en serios aprietos

Frank Peña Pérez está en serios aprietos

ÁNGELA PEÑA
De él se tienen las mejores referencias: dos libros que son carta de presentación de un historiador consagrado, un investigador apasionado del pasado que agota  sus últimos esfuerzos hasta ver saciada su inquietud de búsqueda. De esas condiciones hablan sus dos libros más consultados: Antonio Osorio: Monopolio, contrabando y despoblación, colección Estudios de la UCMM (1980),  y Cien Años de Miseria en Santo Domingo 1600-1700.

El primero ganó el Premio Nacional «Alonso de Zuazo» que patrocinaba la embajada de España. El ilustre profesor Juan Bosch presentó el segundo diciendo que venía a ser luz en una noche cerrada, de la cual sólo se percibían destellos y datos dispersos de los cien años del siglo XVII, al tiempo que ponderaba las condiciones de historiador del autor.

Es, además, un dedicado educador que después de agotar años como maestro de sicología, filosofía, religión y geografía en La Vega, ingresó al cuerpo de profesores de la Madre y Maestra impartiendo cátedras de Historia Dominicana, Historia de las Ideas Políticas e Historia de la Cultura. Dirigió el departamento de Extensión Universitaria que tiene la casa de estudios en Bonao y se mantuvo como académico hasta finales de los 80.

Es inexplicable el destino que tomó el exitoso catedrático y escritor Frank Peña Pérez que desde 1987 reside en Nueva York creo que a cargo de un taller de reparación de neveras. Pese a tantos años de exilio, pocos sabían de su existencia porque a la dignidad, honestidad e integridad que se le reconoce afirman que une el convencimiento de que para obtener el sustento, el trabajo es el único medio sin importar realizarlo en sala alfombrada con  música ambiental, en una rústica fábrica o en inmunda alcantarilla.

Dicen que es combativo y polémico -algunos aseguran que conflictivo-, intransigente con sus ideas, complaciente con el que es digno de alabanza pero implacable, a veces despiadado, con mediocres, impostores, adulones, aventureros e infiltrados a los que tratan como honorables damas y caballeros. Tal vez el profesor Frank Peña Pérez avizoró a tiempo la decadencia moral en que se hundía inexorablemente esta sociedad y prefirió quemar las naves si no en busca de mejores condiciones económicas, quizá persiguiendo higienizar la mente, respirar menos simulación, no ver tantas falsas poses.

De él se sabe que escribe ahora de deportes, con ese estilo limpio, coherente, fluido, comprensible y sencillo que exhibe en sus obras y con la profundidad que le confieren los estudios sistemáticos de las Estadísticas de Béisbol en las Grandes Ligas en los que lleva casi dos años. Ha logrado que se conozca en el mundo la historia deportiva de la República pues escribe sobre ese tema en varias publicaciones norteamericanas y es colaborador de un programa en Radio Wado que escucha con avidez la comunidad hispana.

La situación económica del profesor Frank Peña Pérez es, sin embargo, grave, debido a que ha sido objeto de dos saqueos: uno de doce y otro de diez mil dólares, sus ahorros de vida. Su estado emocional está alterado por los atracos y la falta de recursos y parece que ya es difícil para él regresar al país porque su familia está enraizada en la Gran Manzana. Peña Pérez aspira a que el Presidente Fernández lo designe Historiador de Béisbol en Nueva York.  Muchos lo tienen como viejo militante del Partido de la Liberación Dominicana, lo que probablemente no es cierto  ni es principal aval para que alguien acuda en su auxilio. Más que eso, se trata de un dominicano que si no es acreedor de una función, al menos merece que alguien se interese por su deplorable situación y encuentre una forma de ayudarlo, sin pesar en dádivas, que de seguro no aceptaría.

Entre sus antiguos condiscípulos tal vez aparezcan exitosos empresarios o flamantes funcionarios que puedan evitar que, por no poder pagar el alquiler de su vivienda, el triste profesor pronto sea lanzado sin compasión a dormir en las heladas calles de Manhattan.

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