Franklin Almeyda y los colmadotes

Franklin Almeyda y los colmadotes

El doctor Franklin Almeyda Rancier, ministro de Interior y Policía, es posiblemente el funcionario de más alto nivel con mayor fardo de censuras; primero por haber limitado el expendio de bebidas espirituosas hasta las diez de la noche, y ahora prohibir su consumo en lugares públicos. Por la primera medida le tildaron de Quita gusto, ahora, de arbitrario.

En ambas ocasiones, debieron proclamarlo preserva vidas. Ninguna de las dos tipificaciones se ajustan a la verdad, cuando el doctor Almeyda cuanto pretende es reducir el impacto de sangre en la sociedad dominicana, hoy muy horrorizada por la magnitud del crimen y el sicariato. El doctor Almeyda tiene de frente para ejecutar su proyecto de ley a 44,579 colmados, el poder de los colmadones, con su menudo de productos de primera necesidad siempre bastante alterados, sus fiaos proverbiales a siete millones de dominicanos a los cuales no les alcanzan los ingresos para subsistir, aunque sí para ingerir espirituosas.

Los colmados han devenido en colmadones, puntos referenciales de bebentinas, la pasión por las “frías”, “cenizas”, “monjitas”, que tanto halagan al paladar de mis paisanos, pero que tornan a enardecerlos y a irse a los puños sería lo de menos, porque la recurrencia es a los tiros. Que los espacios de los colmadones sean cerrados, para no mortificar a los vecinos con las juergas, las dicutideras, los radios y componentes altos, los golpes en el tablero de dominó, la voceadora de “tráeme otra”.

Y un cooo largo. Autorizar beber diario hasta las doce p.m. y viernes y sábados hasta la amanezca, y que la PN supervise los lugares donde se disipa con alcoholes para determinar quienes portan armas de fuego o blancas. La economía que suponen los asiduos a 44,579 colmados debe tenerse en cuenta en cuanto a ingresos fiscales en un año difícil que el superbo ministro de Interior, un gran ser humano y un idóneo funcionario, habrá seguro de ponderar.

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