Franklin Lithgow Ortega – Azúcar vs T.L.C

Franklin Lithgow Ortega – Azúcar vs T.L.C

La globalización es un producto resultante de los adelantos tecnológicos que se registran en el mundo, su primera conquista fue a mediados del siglo pasado al reducirse con alguna gradualidad las fronteras que limitaban y separaban las naciones, cuyos objetivos y funciones esenciales eran la protección de nacionales, recursos, tradiciones y valores de toda naturaleza.

Las armas modernas intercontinentales con poder de destrucción masiva han desempeñado y seguirán ese rol en el futuro, realizando un papel trascendental. Recordemos 1945 y las causas del fin de la Segunda Guerra Mundial, los mísiles balísticos, los viajes a las galaxias, la comunicación, la computadora, el Internet y otros adelantos modernizadores que haría prolijo el enumerarlos. Pero sí debemos afirmar que la luna de Borges no podrá nunca alcanzar más su valor de inspiración poética pura, porque las naves que viajan a la luna la han convertido de figura poética a un extenso desierto repleto de dunas.

Queramos o no, nos simpatice o repugne, la globalización es una realidad de carácter económico, tecnológico, de mercado y de información. Mientras mejor encajemos a la República Dominicana dentro del marco irreversible que es la globalización, más beneficiosa será la posición que ocuparemos en el mundo de los intereses que regirán la humanidad en el mañana.

La globalización es un tema polarizado, apasionante, que nos obliga a salir airosos del reto que entraña colocar al país dentro de la competitividad, la productividad, la producción ó el lado opuesto, la paralización y el atraso. Liberalismo, neoliberalismo, capitalismo, nacionalismo, todas son doctrinas y temas con sus pro y sus contras. Nunca países pequeños que siempre han hecho el rol de sardinas frente al tiburón, deben adoptarlas a plenitud. Tenemos siempre a nuestra disposición la mejor solución, la que le conviene a las mayorías nacionales o la que le interesa a los grandes empresarios y comerciantes que están enmarcados dentro de la protección fiscal y con incentivos nunca bien vigilados. Disponer y negociar todo lo que tienda a mejorar la producción, las exportaciones, la educación, la salud, la justicia, son entre otros los elementos que forman el bien común cuya administración eficiente es deber primordial de los gobiernos y de los servidores privados y públicos de esta nuestra nación.

Razonando y sintiendo un deber ineludible, escogimos el azúcar por ser un renglón cardinal para la economía dominicana, pues su producción genera empleos y divisas, escribimos sobre su importancia e invitamos a los negociadores del libre comercio a empeñarse a fondo en lo que al incremento de la cuota preferencial azucarera se refiere, dentro del mercado preferencial del azúcar de los E.U.A., la información que vertieran los negociadores y que fue publicada recientemente en el Listín Diario, lo relativo a este vital tema es de resultado precario, pues un incremento de la cuota en 15 años de 13,000 toneladas, es sencillamente ridículo. De acuerdo a las informaciones que nos han llegado los negociadores consultaron con un gran productor azucarero nacional que tiene intereses idénticos en Florida, USA y él respondió que ese tema no era de interés para el país, pues el TLC con República Dominicana y América Central jamás seria aprobado en el Congreso de los E.U.A. Repetiremos eternamente que la iglesia en manos de sus adversarios será dividida y minimizada. Razón poderosa para sus intereses tendrá dicho productor azucarero para opinar como lo hiciera, pero aun en el supuesto de que dicho tratado no fuera a ser aprobado, cosa que lo ponemos en alta duda, siempre quedará robustecido el interés nacional cuando en cada oportunidad se coloca de manera relevante todo lo que concierna a los beneficios de la República Dominicana, como es la creación de empleos y la generación de divisas vinculados estrechamente con el aumento de la cuota azucarera.

Comprendemos la lucha sin cuartel que libran los intereses en todas las latitudes, la República Dominicana, no es una excepción, entendemos que cada cual tiene su hacha para amolarla y usarla de acuerdo a sus conveniencias, empero, recordemos que por encima de nuestra almena o cuartel, donde estén los derechos particulares, están nuestros deberes frente a la sociedad en que vivimos, la ley que nos norma y la justicia de Dios. Libremos juntos, no separados, la batalla del triunfo que significará que nuestra cuota azucarera se incremente en el mercado preferencial de los Estados Unidos, esta posibilidad no se ha cerrado, reabrir ese capitulo es nuestro primer paso para que en el país, se entienda que sus negociadores con relación al T.L.C., lo pueden hacer mejor que lo que signifique la opinión de un interesado, el mandato de nuestros embajadores no debe obedecer a un formato, sino a lo que mejor beneficie la economía nacional.

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