Franklin Lithgow Ortega – El sueño

Franklin Lithgow Ortega – El sueño

El sueño de tener un país institucionalizado sólidamente está integrado por diversos elementos como son: respeto absoluto a la libertad y los de más derechos humanos; administración adecuada de la ley por ante los tribunales, su estricto cumplimiento a cargo de los agentes públicos y de los ciudadanos, educación adecuada y obligatoria para todos hasta el 8vo. grado, opcional para la secundaria y la educación superior, con igualdad de oportunidades para todo el mundo, no importa raza, religión o credo político; administración y garantía del servicio de salud en forma satisfactoria, con un sistema de pensiones, donde se garantice un retiro digno; brindar las facilidades de dotar a las familias de viviendas, de acuerdo a especificaciones mínimas; empleos dignos y justamente remunerados para cada hombre y mujer en aptitud de trabajar, contribución y recaudación de impuesto, con su correlacionada reinversión transparente para cubrir los gastos sociales y de inversión conforme lo requiera el desarrollo socio-económico; sin existencia de déficit; con agua potable y energía eléctrica.

Una policía sin rangos castrenses, preparada para actuar sin pertenecer a carteles de ninguna naturaleza y brindándole a la nación los servicios que ésta requiere para garantizar la tranquilidad ciudadana, la consiguiente paz social, con la credibilidad en sus actuaciones, obtendría de inmediato la recuperación de la confianza del pueblo y éste demandaría de su gobierno todas las inversiones que se requieran, a fin de que su organismo, guardián del orden público tenga a su disposición todos los elementos técnicos y científicos que ella requiera para el cumplimiento de la protección de los derechos de la ciudadanía. Si esto se hiciera realidad, nos convirtiéramos todos en un auxiliar eficiente de la investigación policial, coadyuvadora de su elevada y sagrada misión y no como hoy la observamos, con temor, resquemor y desconfianza.

Todo lo anterior, ha figurado en las distintas ofertas que hacen los partidos políticos en cada elección a celebrarse en la República Dominicana. De la oferta al cumplimiento, existe un trayecto más largo que el recorrido por un viaje espacial por los cielos del mundo. Pero nunca dejan de acusar al que viene o al que se va, de la responsabilidad de lo no hecho.

Hoy comprendemos perfectamente el porqué la política y el desempeño de los cargos se dejan a los peores o a los políticos tradicionales, que poseen la piel más dura que el cuero de la tambora, resistente al que dirán, sin importarles el descrédito porque el tiempo lo borra todo y la impunidad ha sido el lema tradicional para los autores de grandes fechorías. También porque no hay carrera administrativa que funcione, a los politiqueros y clientelistas no les interesa su fortalecimiento.

Parecería que estoy apostando al caos, al pesimismo y a la no-satisfacción de las expectativas, pero no, este país nos pertenece, a todos, especialmente a los que nos creemos serios, el hecho de que los desaprensivos e indelicados hayan actuado, hablado más duro y tenido mayor participación en la administración de la cosa pública, con espléndidos recursos para comprar conciencias y conductas, nunca significará que pueden reducirnos y aplastarnos, pues los que queremos alcanzar otros objetivos como lo es el bien común, la honestidad y el respeto a la ley, somos la gran mayoría.

Las elecciones pasadas confirmaron en que nuestros sueños pueden ser realidad, si nos dedicamos a trabajar y a sacrificarnos con denuedo, a evitar corrupción y corruptos y a no permitir que en función de mentiras y mentideros, más de 2,000,000 de dominicanos que votaron el 16 de mayo a favor de un nuevo camino, el del progreso, el de la justicia, el del empleo, el de la salud, y otras reivindicaciones que pueden hacerse permanentes, estén errados.

Tenemos la obligación de unirnos alrededor del nuevo gobierno, apoyándolo sin reservas en todo lo que propugne por solucionar las dificultades que estamos atravesando, así como censurar, denunciar y castigar por medios civilizados a todo lo que huela mal en el proceder y que pueda hacer palidecer los propósitos de superar crisis y dificultades que nos están acogotando de manera asfixiante. Creemos que los dominicanos podemos, no hay tarea a cargo de los humanos que no sea realizable, recordando que nuestros primeros pasos es el de negociar, estabilizar y nuestro reto es relanzar la economía del país pro senderos de crecimiento permanentes, para que nunca más vuelvan a repetirse las actuaciones que han intentado destruir nuestros cimientos.

El país tiene estructuras jurídicas, recursos humanos y materiales que integran la plataforma para el lanzamiento hacia su desarrollo. Tenemos por ejemplo un conjunto de profesionales excelentes, distribuidos por todo el mundo en los organismos multilaterales y residentes en el país, utilicémoslos. Poseemos activos valiosísimos como son terrenos ocupados ilegalmente, de propiedad privada y pública, legalicémoslos para convertirlos en recursos capitalizables, así como aquellos ociosos de propiedad estatal, aptos para el desarrollo de parques industriales, construcción de urbanizaciones, instalación de agroindustrias, haciendo énfasis en las empresas manufacturadoras que procuren la exportación de los productos que elaboren, incentivemos, y motivemos la inversión extranjera y nacional para hacerlo realidad.

La República Dominicana tiene en bancos del exterior miles de millones de dólares que se han generado en el país. Creemos las facilidades, seguridad jurídica y condicionalidades para que estos capitales regresen. Organicemos y explotemos el potencial de la economía informal para convertir este poderoso sector llamado el capital muerto, en un factor determinante del desarrollo nacional.

Todo lo indicado anteriormente, puede pertenecer a los sueños nunca plasmados ó a realidades que nos enorgullezcan para siempre, basta exigir disciplina rigurosa, dedicación al trabajo emprendedor, cese de la impunidad delincuencial, saneamiento e inversión en lo que es la Policía y el indispensable fortalecimiento del Poder Judicial. Recordemos la existencia de la crisis actual y sus autores, ejemplaricemos.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas