Freddy Miller

Freddy Miller

POR EDGAR REYES TEJEDA
En la Excelente Música del Mundo, un estupendo y bien producido programa que se difunde cada domingo a media mañana por Quisqueya FM, tuve la feliz ocasión de sorprenderme y deleitarme escuchando unos versos del poeta Freddy Miller, una verdadera curiosidad literaria amén de una poesía hermosa y profunda.

Freddy Miller fue un singular poeta y un ser humano polifacético, en torno a cuya vida y misteriosa desaparición en 1959, mientras pescaba en el mar Caribe, se tejen múltiples leyendas y especulaciones.

Meses atrás, su hija, la también escritora Jeannette Miller, publicó una recopilación de variados textos de este fascinante personaje de la literatura dominicana que fue también un magnífico locutor de voz grave y bien modulada que imprimía sensibilidad y emoción a lo que expresaba; lo cual notamos oyendo la referida declamación de sus propios poemas.

Me encanta escuchar poemas por la radio, y suelo evocar con nostalgia programas del pasado reciente que se especializaban en alternar canciones y poesías. De estos el más notable fue «La noche pide un poema» que se difundía en la desaparecida Radio Mil Estereofónica, hoy Millenium FM, y que ofrecía la oportunidad de conocer textos de reconocidos o anodinos poetas, cuyos versos eran declamados por voces estelares de la locución nacional entre las que recuerdo las de Freddy Mondesí, Jesús Torres Tejeda, Mendy López y el propio Freddy Ortiz, productor este último de tan exquisito espacio radial.

Manifestaciones sonoras tan interesantes y especiales como la señalada grabación de la voz del poeta Miller, la cual data de 1953; deberían formar parte de un fondo documental sonoro puesto a disposición de investigadores o estudiosos de la radio dominicana y del público en general, que podrían conocer así los matices y características de distintas épocas de nuestra historia radial.

LA RUIDOSA AM

Pitidos, sonidos de estática, zumbidos y diversas y mortificantes perturbaciones sonoras tienen que sufrir cotidianamente los oyentes que osan aventurarse a escuchar la amplitud modulada, frecuencia que veinticinco o treinta años atrás era la más conocida y escuchada.

Quisiera alguna explicación técnica acerca del por qué la A.M. se haya virtualmente invadida por tantos ruidos infernales, y más que eso, desearía saber si la radioaudiencia que todavía prefiere los programas que por esta frecuencia se difunden están condenados sin remedio a padecer la tortura sonora que implica oír las emisoras de A.M., en las cuales todavía se difunden amenos, informativos e interesantes programas. No sé que esperan los propietarios de las emisoras de A.M. para buscar soluciones, si es que las hay, a este ingente problema capaz de desanimar al más fervoroso radioyente. De no hacerse nada al respecto, sea por imposibilidad técnica o simple desidia, temo que los asiduos a la A.M. se harán cada vez más escasos, y quien sabe si incluso acabarán por desaparecer.

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