Freddy Beras Goico tuvo por mucho tiempo la virtud de llenar de risa y solidaridad este país, con facultades muy suyas que ejerció a plenitud y con los que conquistó reconocimiento. Ahora su muerte reparte luto y tristeza por todas partes.

Seibano de origen, Freddy fue un polifacético personaje que se hizo grande en el humorismo, pero que al mismo tiempo acogió como suya la tristeza de los desvalidos, por cuyas causas luchó desde el escenario y una fundación. Miles de dominicanos recibieron de él la colaboración solidaria para curar dolencias  y vencer limitaciones. Muchos corazones laten por su gran generosidad.

Freddy, hijo de  Angiolina Victoria Goico y Máximo Ramón Beras Rojas, fue un opositor a la tiranía de Rafael Trujillo. La intolerancia del régimen hizo que su familia abandonara el país y se refugiara en Colombia. Tras su  retorno, las mismas convicciones democráticas le hicieron tomar las armas, durante la revuelta que estalló el 24 de abril de 1965.

A través de los  programas televisivos  que produjo, Freddy encaminó hacia el éxito los pasos de muchos jóvenes que incursionaron en  facetas del arte.

A Freddy le sobreviven su esposa Pilar Mejía, sus hijos Freddyn, Ernesto, Dayanara, Lisa Marie y Giancarlo, así como su hermano Hugo. A ellos nuestra más sincera manifestación de pesar.

Ejercicio por la  transparencia

La necesidad de transparentar las compras y contrataciones gubernamentales sigue vigente en el país. El grupo cívico Participación Ciudadana sostiene que mediante monitoreos realizados por la entidad en este ha constatado que más del 40 por ciento de las instituciones públicas violan la Ley 340-06 de Compras y Contrataciones del Estado, y menos de un 10 por ciento cumple con las licitaciones.

Hace poco, Hotoniel Bonilla, director del Departamento de Prevención de la Corrupción Administrativa, afirmó que desde el año 2000 en adelante se habrían cometido actos de corrupción por 104 mil millones de pesos. No hay que dudar que la falta de transparencia a que alude Participación Ciudadana encaje en el cúmulo de actos reñidos con la ética.

Un Gobierno que no actúa de manera transparente en el manejo del erario está minando su propia autoridad para hacer valoraciones éticas sobre los actos de los demás.