Frente a una copa de vino

Frente a una copa de vino

LUIS R. SANTOS
Hay días en que uno quisiera tener la facultad de transformar el mundo, de cambiar su país, de transformarse uno mismo en mejor ser humano. Y nada mejor que una copa de vino, o varias, para realizar tan utópica labor. Pero para acceder a ese mágico instante, primero hay que ejecutar los preámbulos, los rituales que en la mayoría de los casos conllevan a estar frente a una copa de vino. Vamos al supermercado, a Punto y Corcho, a Vinópolis, o a cualquier otro establecimiento predilecto, e iniciamos el proceso.

Ante la impiadosa alza de los precios del vino, rebuscamos en las estanterías uno que se adapte a nuestros gustos y posibilidades. Ya electa la compañía, nos trasladamos a ese rincón misterioso, a veces un reducto secreto, un escondite que, aunque frente a los demás, solo a nosotros pertenece.

Tomo el descorchador, la copa y me ubico. Abro la botella, y dándosela uno de experto, se degusta. También, puede uno estar en un lugar lleno de gente, de algarabía, algarabía que no perturba, porque estamos prestos a iniciar un viaje.

Luego de dos copas, el silencioso recorrido de los vapores del vino empiezan a producir su embrujo. Y de repente me encuentro en Holanda, en la Corte Internacional de la Haya. Allí, en el banquillo de los acusados veo sentados, juntos, a George Bush, Ozama Bin Laden y Saddam Hussein. Y luego también llaman a Ariel Sharon. Después de que estos señores son condenados por genocidio, parto del lugar y de repente estoy de nuevo en mi país.

Me entrevisto con el presidente Leonel Fernández y le convenzo para que suspenda el viajecito de diez días por varios estados de los EEUU. Argumento que es una gran insensatez salir del país por tan largo período mientras la población empieza sentir desesperación ante la brutal subida de los combustibles y sus fatales consecuencias. Frente a una copa de vino el presidente ha entendido que es poco prudente introducir al Congreso una reforma fiscal que él mismo ha calificado de revolución y salir y dejar que los acontecimientos sucedan por gravedad, mientras él y su comitiva miran de lejos, desde el glamour de los hoteles cinco estrellas, cómo muchos sectores productivos protestan por las cargas que pondrán sobre sus hombros. Frente a una copa de vino el presidente ha reconocido que es poco agradable para la mayoría que él deje el timón del barco en otras manos mientras la angustia corroe por doquier.

Frente a una copa de vino los dirigentes del PRD se han puesto de acuerdo, han reconocido la gran responsabilidad que tienen en el origen de la crisis que nos abate y han decidido dejar de lado sus intereses grupales y contribuir con la solución de los problemas. ¡Vaya!

Frente a una copa de vino he visto condenado ante los tribunales a todos los que han hecho grandes fortunas mediante la corrupción, tanto a los que han sido funcionarios públicos, civiles y militares, así como a sus socios empresariales.

Frente a una copa de vino he acabado con la delincuencia y la inseguridad.

Frente a una copa de vino me saco la loto, la reparto entre mis familiares y amigos y el resto lo coloco a plazos en el banco. Frente a una copa de vino me tiro a la vecina con la cual tengo recurrentes fantasías. Lo hacemos en su casa, en la mía, en el ascensor, mientras su marido y mi mujer duermen.

Frente a una copa de vino una novela mía obtiene el premio Planeta y resuelvo mis problemas económicos. Frente a una copa de vino escribo el guión de la película que alguna vez dirigiré. Y todo me sale tan bien, tan hermoso. Y agradezco al vino que por unos instantes me ha quitado la cordura que produce la sobriedad, que es una enfermedad muy peligrosa en estos tiempos.

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