Fríamente calculado…

Fríamente calculado…

A Raymundo Amaro Guzmán (EPD)

El quehacer administrativo, cuando se trata del gobierno o de una empresa privada no es cosa sencilla. No se actúa por instinto. Quien se forja un propósito, un objetivo, sabe bien que se compromete a fondo, y quienes quieren acompañarlo y deciden compartir su suerte saben sus riesgos y beneficios, lo que puede acontecer en el trayecto. Actuar sin tomar las medidas precautorias, estudiar las alternativas, no es la forma usual del sujeto y su equipo, sea empresario, político, o ambas cosas a la vez como acontece.
Wilburg Jiménez Castro, “Administración Pública para el Desarrollo Integral” (FCE, México) nos dice: “El proceso de desarrollo integral no se mide solo en términos cuantitativos, sino en logros de cambio y mejoramiento cualitativos centrados todos ellos en servir al hombre, a cada miembro de toda comunidad, al país y al mundo entero, más en la era de la globalización, del avance tecnológico, la informática, donde todo está interconectado y el mundo dejó de ser ancho y ajeno.”
Traigo a colación un ejemplo asaz sencillo que trata de ilustrar el proceso metodológico científico, para lograr con éxito el objetivo propuesto. Una persona necesita deshacerse de una enorme piedra que obstruye su camino porque solo no puede hacerlo. Necesita ejecutar una serie de pasos que le aseguren lograr su propósito: 1er paso. Definir claramente su objetivo inmediato: Quitar la piedra. 2do. Explorar el terreno, conocer su entorno. 3º.Planificar una estrategia eficaz para conseguir mi objetivo. 4to. Procurar los recursos necesarios básicos que faciliten y contribuyan al fin perseguido: Quitar la piedra. El elemento humano, el hombre sapiens, es esencial. Sin su concurso, con solo buenos deseos la tarea se hace imposible. 5to. Coordinar las acciones que demanda el momento preciso. 6to.Decidir quién lleva la voz cantante, el mando, la dirección. Donde mandan muchos, no manda nadie. Reina la anarquía. 7to. Controlar, supervisar, asegurar que el plan trazado se cumple paso por paso eficazmente y tomar las medidas correctivas conforme con al objetivo inicial. Vencido ese obstáculo, renovar el proceso. Reprogramarse.
Es fácil imaginar lo que todo esto conlleva; lo exigente que resulta poner en práctica esta metodología fundamentada en principios prácticos que surgen con la Revolución Industrial. Fayol y Taylor y muchos otros estudiosos de la administración científica que Urwich agrupa en la palabra POSCORB (por su sigla en inglés) añadiendo el presupuesto, porque sin gasolina, el carro no camina.
En tiempo de neoliberalismo y posmodernidad, del capitalismo rampante donde empresarios metidos a políticos y políticos metidos a empresarios, a caza de poder y gloria efímera, estos propulsores y “emprendedores” se esmeran más en captar ingresos, lograr financiamientos no importa su costo con tal de enriquecer sus arcas, olvidando su propuesta inicial, superar escombros, eliminar dificultades y cumplir con eficiencia y decoro su misión.
A Danilo Medina nadie puede tildarlo de improvisado. Todo está “fríamente calculado” en su prodigiosa cabeza de Mesías. Pero eso no basta. Los resultados, cuantitativos-cualitativos del desarrollo están ahí, efectivamente, a la vista de todos.

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