Frida Kahlo sigue deslumbrando

Frida Kahlo sigue deslumbrando

La gran exposición que no se pudo hacer en el cincuentenario de su muerte se lleva a cabo ahora en Londres, con un extenso recorrido por las diferentes etapas del legado artístico de Kahlo que la Tate Modern de Londres ha articulado con sesenta obras de la artista.

Todo un mérito teniendo en cuenta que el conjunto de su trabajo alcanza las 150 piezas, «de las cuales muchas se han extraviado o estropeado», como explica el director del museo, el español Vicente Todolí.

Pese a que la artista mexicana «no necesita introducción alguna, la exposición nace con el objetivo de que el público, que suele conocer sobre todo su personalidad, vea su obra», añade Todolí.

La Frida enferma, sensual, militante o sacudida por el dolor queda plasmada a lo largo de las once salas que le ha consagrado la Tate Modern y en las que no faltan obras como «Pancho Villa y Adelita» (1927), «Mi nana y yo» (1937) o «Las dos Fridas» (1939).

«Hemos querido presentar su obra de forma cronológica y por temas» como los autorretratos, la identidad nacional o las naturalezas muertas, añade la curadora de la exposición, Emma Dexter.

Influencias y dolencias

En la obra de este símbolo del siglo XX, que en vida no logró tal reconocimiento internacional quizá por la sombra de su marido, el genial muralista Diego Rivera, se reflejan sus influencias artísticas dispares, además de las más notorias en lo personal, como la enfermedad, el sufrimiento por el dolor y su militancia a favor de la Revolución mexicana.

Desde el arte popular mexicano al futurismo y cubismo europeos, las tendencias artísticas se mezclan en su trabajo, a través del que Kahlo pintaba no sus «sueños», sino su «realidad», según solía decir.

Una realidad devastada por el accidente de autobús que sufrió a los 18 años, que le dejaría secuelas para toda la vida, o por el traumático aborto que llegó siete años después y que le inspiró obras tan desgarradoras como «Hospital Henry Ford» o «Nacimiento o mi nacimiento», de 1932.

En ambas, una Frida desnuda y convaleciente sobre una cama, desprende desde sangre hasta objetos relacionados con el feto que ha perdido, la medicina y la fertilidad.

«Me pinto a mí misma porque a menudo estoy sola y es el tema que mejor conozco», aseguró en su día la artista. Igualmente impactantes son sus últimos trabajos, en los que se «desintegra», en palabras de Kahlo, como «La columna rota» (1944), en la que hierros intrincados parten su figura en dos mitades simétricas.

Frida Khalo Musa y bandera

Como su vida personal, su obra también está marcada por su marido, junto al que aparece en «Frida Kahlo y Diego Rivera» (1931), y por el activismo político de la pareja, como en «Pancho Villa y Adelita», en la que honra al héroe de la Revolución mexicana.

Según Vicente Todolí, Kahlo es una «musa, una figura de culto, que se ha convertido en una bandera», algo que queda patente a lo largo de la exposición, complementada por una serie de fotografías de la artista, colgadas junto a la cafetería.

Para organizar la exposición, la Tate Modern ha contado con la colaboración del Museo Dolores Olmedo Patiño de la ciudad de México y varios coleccionistas privados, entre los que destaca la estrella musical estadounidense Madonna.

Hacerse con las obras no ha sido fácil, puesto que el trabajo de Kahlo es considerado Monumento Nacional de México y además «hay mucho secretismo» alrededor de los propietarios, según Todolí.

Talleres y coloquios acompañarán este redescubrimiento de la artista que solía pintar cuadros pequeños, más fáciles de manejar en la cama. Solo algunos son de gran formato, de las épocas en que podía mantenerse en pie, como «Las dos Fridas» o medianos, como «La columna rota».

Nacida el 6 de julio de 1907 en Coyoacán (México) –aunque ella afirmaba haber nacido en 1910 por solidaridad con el comienzo de la revolución mexicana–, Frida Kahlo fue estandarte de la cultura de su país, de la belleza natural y del espíritu emprendedor.

En 1922, un movimiento cultural de tendencia muralista se instala en México: edificios públicos, colegios, iglesias y bibliotecas se ven trasformados en forma de lienzo. Por aquel entonces, Frida cuenta con 15 años y una tarde le es presentada a Diego Rivera en el auditorio de su escuela.

Es allí donde el famoso artista ha de pintar un mural por encargo del Gobierno y donde se inicia una relación entre ambos. De lo idílico a lo extremista, del amor más puro al tormento. Diego tenía 36 años, Frida 15, y cinco años más tarde, en 1929, contraen matrimonio.

En 1930, Rivera es expulsado del Partido Comunista –al que Frida está afilada desde 1927– por aceptar un encargo del Gobierno; por ello, en noviembre de ese mismo año, ambos se trasladan a San Francisco (EE.UU.), donde permanecerían tres años.

En EE.UU., la pareja de pintores descubre nuevos movimientos artísticos, tendencias, texturas, artistas, y algo más importante, el éxito de sus obras fuera de las fronteras de su país. El cuadro «Frida Kahlo y Diego Rivera» es expuesto en la sexta muestra de la Sociedad de Mujeres Artistas de San Francisco, en la que sería la primera exhibición pública de Frida, que coincide con la exposición de Rivera en el Museo de Arte Moderno de Nueva York; allí conocería Frida a la artista Georgia O Keeffe, una de las grandes influencias en la obra de la artista mexicana en aquella época.

De esa época en EE.UU. se pueden ver en la exposición de la Tate algunos de los escasos trabajos de tema urbano de Frida, como «Mi vestido cuelga aquí», de 1933, una alegoría de la ciudad de Nueva York donde la pintura resalta su mexicanidad.

En 1934, Frida Kahlo ha de ser internada de nuevo para practicarle una apendicectomia, otro aborto y una operación en el pie derecho.

En ese tiempo, la pareja se separa después de que Kahlo descubriera la aventura de su marido con su hermana Cristina. «Si tan solo tuviera cerca de mí su caricia. Como la tierra al aire se la da. La realidad de su persona me haría mas alegre, me alejaría del sentido que me llena de gris. Nada en mí ya sería tan hondo, tan final», escribe en esos días.

Esta es la época en la que Frida comienza a tomar su propia iniciativa con respecto a su obra artística y a su vida personal, ya que hasta ese momento era la sombra de Diego Rivera. En 1936, la Galería de Arte de la Universidad Autónoma de México expone cuatro cuadros suyos. Gracias a esta publicidad, un año más tarde, en 1937, Kahlo vende sus primeras obras al actor Edward G. Robinson.

A principios de 1939, Kahlo emprende una travesía en barco rumbo a Francia donde conoce a Kandinsky y a Picasso, así como a otros miembros del circulo surrealista de Breton, incluyendo a Max Ernst, Paul Eluard, Joan Miro, Yves Tanguy y Wolfgang Paalen. En Francia, Khalo expone en Renou & Colle junto a fotografías de Manuel Alvares Bravo y la colección privada de Breton sobre arte popular mexicano.

A finales de ese año, comienzan de nuevo los dolores en la columna, por lo que el doctor Juan Ferril, amigo personal de Frida, le recomienda guardar reposo y utilizar una silla de ruedas. Por ello, Frida cae en una depresión que le induce a beber, y que se agudiza tras su separación oficial de Diego Rivera, al final de 1939.

Sus grandes exposiciones

En 1940 el prestigio artístico de Kahlo aumenta y, a principios de año, sus famosos cuadros «Las dos Fridas» y el actualmente extraviado «La mesa herida» se incluyen en la exposición Internacional de Surrealismo, organizada por Breton y Paales en la Galería de Arte Mexicano.

Ese mismo año exhibe parte de su obra en el Museo de Arte Contemporáneo y Artes Gráficas de México, el Palacio de Bellas Artes de San Francisco y en la exposición Veinte Siglos de Arte Mexicano inaugurada en el Museo de Arte Moderno de Nueva York.

A su regreso a México, se reconcilia con Diego Rivera y ambos se casan el 8 de diciembre de 1940.

En 1942, la obra de Kahlo se incluye en dos exposiciones celebradas en Nueva York «Retratos del siglo XX» en el Museo de Arte Moderno, y «Primeros Documentos del Surrealismo», ambos patrocinados por el Consejo Coordinador de Sociedades Francesas de Beneficencia.

En enero, Frida Kahlo es artista invitada en la «exposición de 31 Mujeres» en el centro Art of This Century Gallery de Peggy Guggenheim de Nueva York.

Por esas fechas y durante diez años, imparte clases en la escuela de Pintura y Escultura en México, pero su estado de salud tan frágil le hará dar las clases en su propia casa en Coyoacán a un grupo de cuatro alumnos elegidos: Fanny Rabel, Arturo García Bustos, Guillermo Monroy y Arturo Estrada, que se harán conocer como los «fridos».

En los años siguientes, su empeoramiento físico es progresivo, con nuevas y complicadas operaciones, que la confinarían a una silla de ruedas, pero Frida sigue dibujando. En 1945, tras leer a Freud, pinta sus reflexiones sobre sus teorías. Ese mismo año, sus fotografías comienzan a hacerse públicas.

En 1946 le es otorgado el Premio Nacional de Artes y Ciencias de México, pero hay que esperar hasta 1952 para que se dé su primera exposición personal, una serie de trece cuadros, de naturaleza muerta, expuestos en la Galería de Arte de Lola Álvarez Bravo en la Ciudad de México.

Catorce meses después, el 13 de julio de 1954, Frida Kahlo fallece. La causa oficial de su muerte se determina como «embolia pulmonar», pero la sospecha de un suicidio crece, a falta de autopsia, y ante los últimos escritos de su diario: «Yo creo que es mejor irme, irme y no escaparme. Que todo termine en un instante, ojalá».

EFE-REPORTAJES

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