Fronteras sobre ruedas: ¡La macro-expansión!

Fronteras sobre ruedas: ¡La macro-expansión!

El macro-expansionismo dimanó del micro-escrúpulo de una poderosa nación que surgió soberanamente ultra-ambiciosa.

Nación donde el expansionismo inmoderado, el escrúpulo minimizado y la ambición desmedida, encontraron justificación en el “Manifiest Destiny” de John Fiske.

Ese libro resultó el cartabón mágico para el trazado ideal, del gran mapa ilustrador de la geografía del despojo.

Ese libro resultó ley para la grande inmoderada rapiña. Pues el texto, maliciosamente explica que los Estados Unidos consideran natural y de modo “manifiesto” su expansionismo, primero hacia el Oeste de los Estados Unidos, después hacia la América Latina, y después… hacia el mundo.

“El Destino Manifiesto” de John Fiske encontró como principales apañadores a Josiah Strong, a John Burgess y a Alfred Malan. Resultando su principal intérprete Theodore (Teddy) Roosevelt, aquel que dijo: “Los Estados Unidos en el mundo no merecen tener más amigos… que los Estados Unidos”. Ese “Teddy” es el mismo que confesó: “I Took Panamᔠ(Yo tomé a Panamá).

Aquí, ahora, debemos destacar los infortunios y las calamidades, que aventaron sobre una isla hermana, la ambición de los prepotentes vecinos y la tragedia del “fatalismo geográfico”. No olvidemos que el virginiano John Monroe fue el padre de una famosa doctrina auspiciadora del aislacionismo de nuestro continente, para que su nación resultada la tutora, la curadora y el gendarme de América. La famosa Doctrina de Monroe se sintetiza en la sentencia “América para los americanos”. Pero no podemos perdernos y debemos con claridad entender que por “americanos” se quiso manifestar “norteamericanos”, o sea “América para los norteamericanos”.

James Monroe que ocupó la presidencia de su país del 1817 al 1825, habló de manera bastante palmaria cuando se manifestó, expresando: “El cabo Florida y Cuba formaron parte y mejor dicho: Forman parte de la desembocadura del río Mississippi”. Y como para reforzar estas palabras, el congresista Seward afirmó: “Cada roca y cada grano de arena de aquella isla (Cuba) fueron arrancados por las inundaciones del Mississipi y de los demás ríos que desembocan en el Golfo de México”.

Con las tajantes y cortantes palabras, con las tajantes y cortantes aseveraciones, la hermana isla resultaría propiedad norteamericana. Viéndolo bien el de Cuba resultaba, un real fatalismo geográfico.

Su cercanía a la Florida y su ubicación a la entrada del Golfo de México la hacían siempre un bocado apetitoso para los deglutidores de la soberanía de las naciones pequeñas. Henry Cabot Lodge en sus desvaríos expansionistas, predicaba: “Cuando el canal de Nicaragua sea construido, la isla de Cuba, sólo dispersamente poblada, con una fertilidad infinita, será una necesidad para nosotros”.

Y entonces un tal general Woodford, hablando con más claridad, señaló: “Si tenemos guerra, finalmente debemos ocupar la isla y apropiárnosla después.

En el 1898 el libertador Máximo Gómez, jefe supremo de las tropas libertadoras de Cuba, tuvo una gran intuición cuando ocurrió la voladura “misteriosa” del barco “Maine” y se cursó el famoso “Mensaje a García”. El intuitivo Gómez, hombre de armas y de pensamiento, empezó a calcular que los Estados Unidos tramaban ir en ayuda de Cuba con propósitos disfrazados de humanitarios y con enérgicas medidas de aparente solidaridad continental; pero que en realidad los fines eran de naturaleza contraria a la soberanía de la isla”.

El generalísimo Gómez tenía razón, la ayuda fue con fines disfrazados. En la llamada “Guerra Hispanoamericana” participó Theodoro (Teddy) Roossevelt al frente de los “Rought-Riders”.

El llamado héroe de la batalla del Cerro de San Juan, llegó a la presidencia de su gran nación y creemos que bien vale la pena evocar parte de la salutación poética que a él le hiciera Rubén Darío: “Es con voz de la Biblia, o verso de Walt Whitman, que habría de llegar hasta ti.

Cazador primitivo y moderno, sencillo y complicado, con un algo de Washington y cuatro de Nemrod. Eres los Estados Unidos, eres el futuro invasor, de la América ingenua que tiene sangre indígena, que aún reza a Jesucristo y aún habla en español.

 Eres fuerte sangre indígena, que aún reza a Jesucristo y aún habla en español. Eres fuerte ejemplar de tu raza, eres culto, eres hábil; te opones a Tolstoy. Y dominando caballos o asesinando tigres, eres Alejandro Nabucodonosor.

Eres un profesor de Energía, como dicen los locos de hoy. Crees que la vida es incendio, que el progreso es erupción, que donde pones la bala el porvenir pones”.

Para la empresa de la apertura del gran canal, Teddy Rooselvelt a Colombia le “disgregó” a Panamá, por vía de los turbios manejos de su tramposo agente el aventurero francés Felipe Buneau Varilla. Pero altamente al mundo Teddy le gritó. “I took Panamá”. ¡Yo tomé a Panamá!

Publicaciones Relacionadas

Más leídas