Fruto amargo de la permisividad

Fruto amargo de la permisividad

A la cabeza de la creación de condiciones favorables al surgimiento de arrabales en polos turísticos, como el de Bávaro, en la región oriental, aparece la contratación sin regulaciones de mano de obra haitiana para la construcción. La aglomeración habitacional y de otras índoles que degradan zonas en las que el ornato es prioritario es estimulada también por la actitud de «dejar hacer, dejar pasar». Ninguna autoridad, pone límites al uso de espacios. Se permite hacer cuanto se quiera con grupos asentándose para diversos propósitos y mientras más gente incurre en ello peor, es el aspecto de lugares que asumen perfiles de atraso que distorsionan la imagen del país ante recién llegados.

El libre uso de obreros que escapan a reglas sobre inmigración y contenido de nóminas se ha desbordado en acompañamiento al auge de la construcción en muchas partes, factor importante de la informalidad en la economía, lo que niega avances en la creación de puestos de trabajo de calidad. La intensidad en la entrada de inmigrantes sin papeles por anchos huecos fronterizos está haciendo crecer actividades económicas marginales, principalmente en la franja de la construcción, seguida por la agricultura y otras más. Los efectos para la sociedad y el fisco son desfavorables por falta de un imperio de leyes, lo que entonces auspicia la desigualdad en el desarrollo y en la distribución de los beneficios del crecimiento.

Al otro lado de la comparecencia

Pasado el impacto inicial del discurso presidencial ante las cámaras legislativas, que pareció traer la intención de elevar la autoestima a los desprevenidos, cobran actualidad cifras anteriores de organismos especializados que pintaron una realidad menos halagadora pero útil para que el país trace rumbo en base a hechos. El ascenso social descrito en la fecha histórica no es patente. Saca malas notas. Influyen renglones salariales que extienden sobre áreas laborales unos niveles de poder adquisitivo inferiores al costo de la vida, solo aceptables bajo prismas que acomodan factores. Los cálculos más apropiados, y sin fines cosméticos, reafirman que la gente, muy dada a quejarse de su situación, hace sonar una campana divorciada de la que se toca para marketing político. En amplios estratos inferiores las necesidades golpean a diario.

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